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miércoles, 18 de abril de 2012

EL DESPIECE DEL BIENESTAR SOCIAL

¿Quien tiene razón  cuando confunde a los demás con decisiones que en la oposición las hace creíbles y las convierte en cabecera de cartel de su campaña electoral, con mentiras constantes y continuadas obligándonos a creer medias verdades como única vía de escape y encontrarse tres meses después, mejor dicho, diez días más tarde que todas esas medidas  que deben adoptarse son medidas encaminadas a desmantelar el estado de bienestar que tantos años, esfuerzos y muertes han costado a los ciudadanos de este país? Yo siempre pienso que los gobiernos del Partido Popular son gobiernos muy encadenados a grandes grupos de poder que mantienen una sinergia constante con sus líderes a fin de conseguir aquellos planes estratégicamente planificados. En la Región de Murcia, Región que está a la cola de cuantos registros y recuentos hagas, excepto en el número de mercedes matriculados y billetes de 500 euros encontrados en  pesquisas realizadas por  la policía en los últimos años.

Confieso que no entiendo más que someramente  esta situación que vivimos, es complicado hacerlo cuando las medidas adoptadas no son explicadas por el responsable que las toma en último término: el presidente del gobierno  pasa mucho tiempo escondiéndose  en garages y salidas por puertas secundarias. 
No sé si fue una premonición pero al cabo de los años se ha convertido en una realidad, a pesar de lo vieja que queda ya la película de Almodovar que contiene un "sketch" publicitario en el que se compara a los jubilados alemanes con los españoles: de vergüenza resulta comprobar la actualidad que tiene ese gag almodovariano tan perspicaz siempre y con tanto sentido de  la realidad como siempre demuestra. El copago farmacéutico es el mayor despropósito realizado por un gobierno. No hablaré de los gobiernos de izquierdas que han mantenido una política de derechas pero este gobierno de Rajoy es el mayor despropósito de la democracia, en menos de tres meses de gestión. Han acabado con una realidad social para inventarse otra distinta en la que el dinero es el único responsable y los montantes totales de emolumentos para el Estado es una nimiedad improvisada, o igual debemos atenernos a las palabras del diputado que exhorta a hacer lo que tienen que hacer y decir lo que tienen que decir porque ya no están en campaña electoral. He vivido todos los gobiernos de la democracia española, pero nunca encontré uno  títere que improvisa medidas y que se alejara tanto de la verdadera realidad. La riqueza no la consiguen los empresarios, por mucho valor que le echen a cada momento; la riqueza la creamos todos y desvestir a unos santos para ponerle las ropas santificadas a verdaderos demonios de la especulación de de la extorsión más clara, no es más que pervertir una realidad social que antes o temprano estallará socialmente. En España los ánimos están calmados, aunque se soliviantan por minutos, pero medidas como ésta  convierten nuestra sociedad en una  muy distinta a la que la gran mayoría de  soñamos. La clase política, tan "preocupada por los ciudadanos" sólo piensa en las mega empresas de las que son accionistas o felices consejeros de administración. Tristemente así se ha construido. Prestan a las grandes corporaciones bancarias lo que quitan en derechos y beneficios sociales a las extintas clases medias, Estamos viviendo el mayor despropósito de la democracia y eso significa que, de nuevo, hay dos bandos que no tienen que ver con una ideología política precisa. Están los mismos bandos de siempre -y perdón por tan abrupta simplificación- el bando que aprovecha la bondad y la paciencia del otro: es el bando que siempre pierde, el bando que desde el neolítico vienen perdiendo porque ha delegado en el otro lo que debe hacer uno mismo.

Estamos pagando y pagaremos indefinidamente la deudas caprichosas de unos pocos, pagaremos los excesos de grandes empresarios que se vuelven locos en sus ansias de grandeza, igual que pagaremos todo cuanto debamos pagar por las malversaciones de ineptos políticos que buscan su beneficio personal, seguiremos pagando por la codicia de quienes consideran lo público como una   gran certeza de su enriquecimiento personal, desmantelando o despiezando, jugando con los sueldos y la igualdad de quienes tienen tanto derecho como ellos a vivir pacíficamente en un país con recursos suficientes para todos. Pagaremos siempre este inmenso juego de cartas que es la especulación financiera, o acabamos con ella o ella acaba con la humanidad.

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