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miércoles, 26 de octubre de 2011

NUESTRO CEREBRO

¡Qué pasa con nuestros cerebros! Sí, es admirativo. Nadie sabe qué ocurre cuando entramos en el estado de indignación al que uno llega después de leer, interpelar y mirar aquello que denominamos "media". Al mismo tiempo que caemos en la trampa de creernos a pies "juntillas" un titular que no hace más que distorsionar un hecho. La imágenes, y esa relación con lo simbólico que han adquirido las ciencias del bien titular, nos ofrecen una visión torticera de la realidad. O ¿es la realidad misma la que es torticera? ¿Alguien puede explicar cómo la situación financiera internacional puede hacer caer, no a un gobierno, si no a un Estado? ¿Por qué los pensionistas, los trabajadores de ayer, tienen que pagar los platos rotos, sobre todo, pagar los gastos de manirrotos políticos  que despilfarran ayudados por quienes les obligan, de una u otra manera, a hacerlo desde la más imperiosa filosofía de la corrupción? No entiendo como la Unión Europea se atreve en "el segundo siglo del yo" a echar un pulso a su población. Además, ésto suena cada vez más a provocación interna y mentira pactada -entre muy pocos- para conseguir una revuelta generalizada que, con guerras y posibles catástrofes incluidas, nos convierta en  carne de cañón para una nueva esclavitud. El sistema era demasiado perfecto para que saliera bien. Sobre todo, cuando al enemigo no se le ve por ninguna parte. La gente se indigna y lucha por un "no sé qué cosa", la gente se cabrea pero no sabe, realmente, contra quien cabrearse. Entre tanto, son los más pobres quienes pagan  siempre el pato, con la aquiescencia de quienes ya no se consideran pobres porque pueden pagar sus deudas. Realmente, siento estar inmerso en un golpe de estado contra la democracia, en general, desde lo abstracto. Igual debiéramos preguntar a Freud o Barneys, qué ha ocurrido, qué nuevo invento han pergeñado los conductores del comportamiento humano (en masa) y cual es su propósito. No creo que sea algo tan sencillo pero, desde luego, es algo monstruoso. Lo peor de todo, es que nadie sabe qué parar, cómo parar y qué hacer contra esta sin razón. Hace tiempo un autor de prestigio colgó en su muro de facebook unas líneas escritas por Thomas Jefferson, que jamás creí que compartiría con tanto ahínco, y  que serían reveladoras de una rabiosa actualidad, recordándonos con tanta certeza que si los bancos se hacían con el poder de cambiar el valor del dinero, ni el más terrible enemigo pararía a este ejército cuya única misión es dejar a la humanidad en la debacle. 

      Párrafo de la carta que Thomas Jefferson, tercer Presidente USA, envió en 1802 a Albert Gallatin, entonces Secretario del Tesoro:
Pienso que las entidades bancarias son más peligrosas para nuestras libertades que todos los ejércitos listos para el combate. Si el pueblo estadounidense permite un día que los bancos privados controlen su moneda, los bancos privados, y todas las entidades que florecerán en torno a ellos, privarán a los ciudadanos de lo que les pertenece, primero con la inflación y más tarde con la recesión, hasta que sus hijos se despierten, sin casa y sin techo, sobre la tierra que sus padres conquistaron.”
Original en inglés:
“I believe that banking institutions are more dangerous to our liberties than standing armies. If the American people ever allow private banks to control the issues of their currency, first by inflation, then by deflation, the banks and corporations that will grow up around the banks will deprive the people of all property until their children wake-up homeless on the continent their fathers conquered.”