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martes, 24 de junio de 2014

MURCIA PRIVATIZADA

El recorrido por los 20 años de gobierno o aquello que pueda denominarse la actuación del que ha sido presidente de la comunidad de Murcia, Ramón Luis Valcárcel, va a salir caro, carísimo, a los empobrecidos, muy empobrecidos (los más) ciudadanos de la Región.

El constante proceso privatizador al que se ha sometido el patrimonio de los murcianos, en sanidad, en educación, en patrimonio, en todo; tiene claros lindes en las carteras a quienes ha beneficiado: unas pocas, muy pocas. Y lo peor de todo es, que la Región no deja de ser un cortijo imposible de fiscalizar democráticamente porque las cuentas son secretas como si los organismos públicos a las que pertenecen se gestionasen, con esa destreza de lo propio, de lo privado: la televisión sería un buen ejemplo; el cerrado aeropuerto que tantas luchas intestinas ha ocasionado entre los financiadores, los propietarios y los deudores finales que serán lo murcianos; o, por qué no decirlo, las áreas de cultura embebidas en el egotismo casi "caliguliano" de un consejero que usa la palabra tan verazmente como su propia cátedra; ni que decir tiene que la palma de la vergüenza la lleva todo proceso recalificador constitutivo de delito como acaba de informar la prensa en relación a la desprotección de parajes naturales (los últimos en el Mediterraneo) que esta región ha realizado con la avenía de su gobierno, con amenazas de saltarse la ley y con efectivos pronunciamientos que hoy afectan no solo al "vilipendiado" Marqués, también se ven envueltos el actual delegado del gobierno, Joaquín Bascuñana, Antonio Cerdá o Pilar Barreiro que tendrán que testificar ante el magistrado Manuel Abadía (y pienso que ya debe ser la situación ostentosa para imputar a altos cargos de la administración regional con delitos como prevaricación, casi un deporte en la política regional: unas veces disfrazado de recalificaciones, otras de privatizaciones programadas y un proceso que los historiadores de la Región de Murcia deberán dar a conocer, ya que la prensa, amordazada y bien amordazada, ha incumplido su obligación de denuncia continuada de hechos delictivos, y si lo ha hecho, desde luego ha sido para justificarlos o para aplaudirlos.

 Los años de la privatización vigente significa que los servicios, todos, se han encarecido, por encima de la media de otras ciudades y ni que decir tiene que no hay parangón posible hacerlo con ciudades españolas, al menos en la relación calidad-servicio. Hacer una enumeración prolija de el dinero de más que pagan los murcianos por vivir en una región única no podremos calcularlo jamás porque no tenemos ni tendremos, al hilo de cómo suceden los acontecimientos, la probabilidad de saber por qué somos tan pobres y los ricos son tan ricos:  es una cuestión de desigualdad manifiesta en una democracia en la que se supone (siempre sobre la teoría) que el bienestar de los ciudadanos es lo primero, pero, es cierto que Murcia siempre fue el lugar de los ciudadanos de primera clase sometiendo a los siervos gracias a los serviles;  y quienes tienen apellido a quienes tienen cargos en nómina de  honor, como la mafia o la cosa nostra. Veamos, en una palabra, la región del nepotismo descarado. Si pudiéramos, y se puede, hacer una relación de hijos de, cuñados de, sobrinos de, primos de, yernos de, hermanos de, y todo tipo de relaciones familiares en la cuestión pública, nos sorprenderíamos de la versatilidad con la que el nepotismo es en esta tierra un caldo de cultivo siempre a punto.

miércoles, 18 de junio de 2014

JUSTICIA Y PRUDENCIA [ESPAÑOLA]


Antes de que el venidero rey de España llegue impuesto por una mayoría cualificada y un árbol genealógico que llega a los Reyes Católicos, según dicen los monárquicos; los republicanos, quienes (a veces) confunden república con izquierda y monarquía con derecha, apenas  han abierto la boca, pero una vez abierta de poco ha servido pedir por todos los medios habidos legalmente un referéndum que permita decidir sobre la forma de Estado que queremos los españoles (muy probablemente la monarquía, si nos atenemos a la manida mayoría silenciosa, la misma que es capaz de convertir al país en lo que se ha convertido contra su propia voluntad).




Los problemas que se advierten, así de golpe, según los medios por los que te informes es que nadie tiene claro quién quiere ser español y quién no, tampoco sabemos si los españoles están con un partido o con otro; después de que en las eleciones europeas pareciera que sólo existe Podemos ante el miedo que ha suscitado que una formación tan joven sea capaz de poner en jaque al Estado de "Castas" en las que nos encontramos; hasta que el diario El País (no sé si lo dijo o no Maruja Torres, pero algo previó con tiempo) ingresara en la caverna (no la platónica precisamente) y se ocupara de desacreditarlo igual que sus filiales mediáticas y enemigos frontales Inda, Rojo y Marhuenda (tertulianos -o lo que sea- cavernarios también), entre otros muchos que son más silenciosos y letales.





 Sí, hay castas en este país, si no fuera así, Esperanza Aguirre o el hijo mediano de Gallardón o el ex popular miembro del tribunal Constitucional hubieran pasado una noche en el calabozo como suele ser habitual en las casas de los vecinos que no pertenecen a marquesado, ministerio o poder judicial. Pueden preguntarlo a los coactores en un piquete de la huelga general de 2012 o el robo de una pizza, que para algunos  jueces son tan peligrosos socialmente como para  pasar 3 años y un día en la cárcel, o las dos trabajadoras que lanzaron un bote de pintura a una piscina y que también les cae una sentencia similar, mientras vemos como los ladrones de cuello blanco se marchan a casa devuelto parte de lo robado -que no todo-, algo escandaloso en la opinión de Jose Antonio Martín Pallín (su opinión sobre la sentencia, según escucho. es más que revisable o discutible).



 Preguntado el presidente del consejo general del  poder judicial y presidente del Supremo  por  Pepa Bueno  si las sentencias adolecen de ecuanimidad, éste se enroca en que se dictan muchas sentencias y no provocan perplejidad en la sociedad española y sinceramente, si no fuera tan laborioso haría un listado de sentencias injustas que provocan, no solo perplejidad sino vergüenza, rabia y desprecio por la justicia como señalan algunas encuestas (unas más  ajustadas a la realidad que otras. La justicia en este país es un escándalo. Sí. Igual me meten a la cárcel por decirlo. El grado de nepotismo  encontrado en las listas de los órganos de los jueces es casi tan llamativo como la lista de familiares de mi presunta próxima boda. El grado de connivencia de la Judicatura con los poderes económicos y con el poder político (unos partidos más que otros) es escandaloso. Y las sentencias son una mamarrachada en muchos casos (presuntamente).

Un juez puede aplicar unos principios jurídicos y los contrarios según le venga en gana o considere (que queda más fino) sin que eso signifique que la sentencia sea justa, ni siquiera esté en su origen buscar tal justicia sino beneficiar a alguien: se buscan fórmulas siempre rocambolescas para que lo extraño parezca cotidiano y normalizado, cuando puede ser lo contrario. Las leyes no son una ciencia empírica y los jueces lo único que hacen es jugar con las leyes, atenuantes y todo eso que forma el "corpus iudicatorum" (declínese con corrección, no como he hecho yo, es broma) "corpus iuris civilis" para actuar con impunidad ante situaciones vergonzosas que poco tienen que ver con la justicia social, con la justicia desde un punto de vista ético. Y si te pasas un pelo,  ya sabes: Garzón, Blesa.... y quien esté por llegar....





Ya sé que las leyes las aprueban los ejecutivos, pero sentencias escandalosas han existido desde que los hombres supieron algo imprescindible en su evolución: mentir, falsear, tergiversar, argüir, esgrimir...
Todos hemos visto con qué indefensión puede llegar el que roba diez euros de verdura a un tribunal o con qué cara dura hacer un Aguirre o un Gallardón. Muchas películas americanas nos han enseñado la fórmula ideal para que se juzgue lo arbitrario en vez de lo importante, o se interprete la ley de una manera parcial y sin embargo parezca lo contrario. Lo hago en pleno uso de mi libertad de expresión igual que ese obispo que en el mismo derecho compara el matrimonio homosexual con la unión de un hombre y un perro. Y más cosas, tantas más que no sería capaz de  poner ni una quinta parte, por muchas horas que le echase a esta reflexión y las enlazara: como suelo hacer en mis artículos. No puedo decir aquello de que la justicia es un cachondeo porque es demasiado triste, ni puedo definirla estrictamente como encadenada a otros poderes del Estado por afinidad o por los vínculos que sea, pero imparcial: no lo es (es mi opinión), justa (pocas veces), ecuánime (en el sueño o siesta de algún magistrado) y ciega... sí, bastante ciega es, como para no darse cuenta de que este país tiene problemas y no son otros que aquellos sobre los que la justicia pasea su venda ocultándolos y no digamos ya de la sordera: ésa merece un libro.



Por cierto, la próxima "Justicia y Prudencia" igual se la dedicamos a la confusión entre voluntariado y trabajo sin remunerar.




@aciegasenlared                                                       Antonio Escolar

domingo, 8 de junio de 2014

#VATICINIOS DEL OCHO DE JUNIO DE DOS MIL CATORCE @aciegasenlared