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viernes, 29 de noviembre de 2013

MORDAZA Y GENUFLEXIÓN: EL RETORNO A UNA DICTADURA.

La inminencia de una nueva ley de seguridad ciudadana ha levantado todas las alertas entre quienes creen que la democracia es algo distinto a la forma de legislar y gobernar del partido en el poder. Anteceden las traiciones a ésta del ministerio del interior las de Wert, Mato o Gallardón; por ejemplo, la gran traición de Ruiz Gallardón a su electorado -situado en el centro derecha- (su electorado no él), ya que las medidas adoptadas en el ámbito de su ministerio nos retrotraen a la época del franquismo más duro; aunque eso ya lo sabemos,  hace mucho tiempo que se escenificó en el Congreso de los Diputados la gran traición del ministro de Justicia hacia quienes pensaron que partía de ciertos presupuestos ideológicos de centro, y  han visto en sus palabras registradas, una y  otra vez, por las cámaras del Congreso como una sarta de preceptos ideológicos de la derecha más cavernaria, franquista, en las antípodas de cualquier partido que refleje una mínima actitud de tolerancia democrática. En concreto,  creo que se ha producido, desde que todos conocemos su  afán por ser querido entre el electorado de su partido que nunca le toleró sus opiniones sobre el matrimonio homosexual, muy probablemente influidas por alguna experiencia más o menos familiar, más o menos personal, como hemos encontrado en otros miembros de la formación, que por pertinaz oposición,  han tenido que pagar multas al romper la disciplina de voto del partido que  gobierna como bien ha demostrado en estos dos años de carrera de relevos hacia el más rancio tardo franquismo dentro del decreto y  mando, la revolución silenciosa de los afines al Opus Dei, la revolución silenciosa contra las ayudas a la dependencia, los enemigos silenciosos contra las energías renovables, los enemigos silenciosos de los trabajadores después de alardear de ser el partido de los trabajadores, los enemigos silenciosos de las mujeres, la sanidad...  Y ahora, los enemigos silenciosos de quienes desde la mayor de las tolerancias y el mayor de los respetos se enfrentan a los desmanes de un gobierno que comienza a parecerse, y mucho, a aquella caricatura del verdugo de Berlanga: un gobierno que ha tomado a los ciudadanos como enemigos. Desde luego no a los 1625 multimillonarios que existen en nuestro país sino a los más de 12 millones de ciudadanos que están entrando irremisiblemente en ese gran foso que es la pobreza y que la caridad del gobierno gestiona tan bien con programas televisivos que abundan en lo buenos que somos todos individualmente y la bajeza política de quienes se creen por encima del bien y del mal. No todo es culpa del gobierno, también es culpa de la oposición que ha traicionado una y otra vez a su electorado en los últimos 30 años de democracia. Ver a Felipe González con sus elevadísimos sueldos, hablar de socialismo: da náuseas; tanto como ver la hipocresía usada por la dirección del PSOE en reírse de las bases y, tanto más, cómo atiende las súplicas de multitud de buenos militantes que se sienten excluidos y ajenos por completo a cuanto hace su partido y todo presunto, como el jamón portugués. Cambio de tema: La filiación al Opus Dei del ministro del Interior y sus extrañas formas de entender la caridad, la ayuda, su enérgica actitud ofensiva ante movimientos pacíficos de toda índole,  que se han presentado en nuestra sociedad con un respeto reverencial hacia las autoridades, demuestra que España es un país en donde la minorías siguen ganando a la voluntad masiva de los ciudadanos. La nueva ley de seguridad de un miembro del Opus Dei introduce multas de hasta 600.000 € por cualquier algarabía en zonas eclesiásticas, un remedo legal que -dicen algunos diarios- ha sido redactada por un antidisturbios despechado y que con toda lógica las redes sociales han llamado #LeyAnti15M. Siempre en acto de exaltación  de la multi mencionada y falsa, también deseada, mayoría silenciosa: ésa que sirve para un roto o un descosido. La nueva Ley de Seguridad Ciudadana está siendo diseccionada en las redes sociales con verdadero poder analítico, más que por la prensa afín al régimen que ha votado la ciudadanía, convenciendo de las verdaderas intenciones de un gobierno que parece más un último coletazo de poder del franquismo, completamente amparado, que cualquiera de aquellos gobiernos anteriores a 1975 llamados "los tecnócratas del Opus". El gobierno de Mariano Rajoy, con su aquiescencia en todas las leyes que se promulgan por mucho que se personalicen en las figuras de sus indeseables ministros (para muchos, una mayoría silenciosa, también) sólo pretende devolvernos a una España del pasado, una España en la que la Justicia se alimenta de los grandes centros de poder económico criminalizando a los pobres, a quienes disienten, frente a aquellos que desde la altas esferas (eso se decía mucho hace unos años) mantienen una impunidad extraña, ciertamente extraña, ante cualquier evento de corrupción generalizada, que no por convencional y diario deja de ser extraño y realmente vejatorio para el resto de ciudadanos de un país que camina hacia  la pobreza extrema de sus habitantes menos afortunados. Las distancias entre rentas nunca fueron tan evidentes, ni tan sangrantes. Quienes creímos en una democracia igualitaria nos han dado bien en los dientes, en la razón, y sobre todo en la ilusión.

domingo, 17 de noviembre de 2013

MI PADRE HA MUERTO ¡VIVA MI PADRE!

La noche de san Juan de 1931 nacieron dos mellizos acompañados por ciertas algarabías republicanas y entre los gritos de una madre primeriza que pasó de la felicidad extrema a la tristeza de una pérdida inevitable: el mayor fallecía en unas horas por una asfixia que el médico y la partera no supieron parar ni evitar. El menor, Juan, como el día que vio su alumbramiento, se mantuvo fuerte y pertrechado en esta existencia por la que habría de caminar solo, caminar y hacerse a sí mismo, tan ajeno a los demás como querido por quienes tuvieron la suerte de conocerle íntimamente. Su nacimiento fue fruto de una relación que acabaría en matrimonio religioso de sus padres (obligados por las leyes  del régimen franquista) cuando él ya tenía 25 años. Su vida no es un camino de rosas, en absoluto, sus primeros años fueron los años en los que su abuela materna lo crió y le dio refugio en más de una trifulca familiar ocasionada por algún chato de vino y unos celos enfermizos entre sus padres que le marcaron tanto como las palizas que se vio obligado a contemplar cuando era niño, en el cuartel de la guardia civil de Torreagüera teniendo a su propio padre como protagonista: el pecado del padre fue ser sindicalista, la culpa del hijo, eso, ser hijo de un sindicalista. Tenía que mirar atentamente tantos golpes dieran a su padre las fascistas hordas franquistas para aprender qué no debía hacerse en ese régimen que inició una de las etapas más oscuras de la historia de este país. Mi padre con seis años trabajaba pisando barro en una tejera, sin más comida que la prestada "fiao" a Gregoria, su madre, mi abuela y mujer de armas tomar en todos los sentidos. Mi padre iba después de doce horas de trabajo a una escuela nocturna y aprendió cuanto pudo antes de tener que convertirse en el pilar económico de la familia, una familia humilde que salió adelante con mucho trabajo y arrojo de cada uno de sus miembros. A pesar de tener un aprendizaje básico, mi padre aprendió cuanto fue necesario para labrarse un porvenir. Entró, como su abuelo, a formar parte de la Renfe, de peón, a lo largo de los años conquistó todos los puestos que estaban a su alcance gracias a su inteligencia, honestidad personal y profesional, pasó a enganchador,  mozo de estación, guarda agujas, y por fin con cuarenta y cuatro años se convirtió por méritos propios y una larga oposición en factor de circulación, el máximo  a cuanto podía llegar con su nivel de estudios que era inexistente; sin embargo su actitud honesta y fiel  en más de cincuenta años de trabajo no ha sido suficiente para merecer medallas que otros sí tienen. Ha sido un hombre serio, reservado, muy reservado, pero también querido por sus compañeros, y si no muy popular porque su semblante de seriedad confundía a la gente, respetado por su cordialidad profesional. Todos tenemos una manera de ser con los demás y en el caso de mi padre siempre fue de cordial y amigable distanciamiento. Nos ha criado, con luces y sombras, pero con un sentido de la honestidad y de la ética muy preciso. En un alarde de autoritarismo, nos enseñó a mantenernos firmes en nuestras posturas y decisiones, no dogmáticos, pero sí convencidos de nuestros actos, compromisos y deseos, probablemente, a él, no le dieron tal oportunidad. Nos ha tratado con celo, a veces excesivo, pero siempre fruto de sus vivencias educacionales y su amor desmedido hacia su mujer e hijos. Tuvo siempre un alto pudor por todo y una sociopatía que a mí en concreto me ha contagiado, no como una desconfianza hacia las personas sino como una forma de exigir confianza por confianza. Juan Escolar fue siempre un tipo raro en una época en la que uno tenía que evitar serlo, jamás fue a misa, (salvo a despedir a algún amigo) nunca fue muy sociable entre conocidos, y sin embargo fue adorado por sus amigos, amigos que ha conservado a lo largo de sus ochenta y dos años de vida y que han llorado su muerte tan sinceramente como su esposa e hijos. Sus sobrinos han acudido con recuerdos, muchos, de atención, de cariño, de complicidad. Familias amigas se han desplazado con su corazón para despedir a un hombre raro, serio, cariñoso, tierno, entrañable y con mucho genio, todo hay que decirlo. Juan Escolar "el castaño" ha sido un hombre fruto de la época que le ha tocado vivir, con dos salvedades importantes, ha sido un hombre que ha sabido racionalizar algunas incongruencias personales y sobre todo ha sabido desde la humildad entender todo cuanto le ha deparado una vida tranquila y familiar. Él ha sido nuestro principal ejemplo, una guía imprescindible porque ha sabido cautivarnos por su sentido de la responsabilidad y del honor. Es muy probable que no hayamos estado a su altura los descendientes, pero desde luego siempre hemos seguido cuanto de bueno había en su comportamiento que ha sido  mucho. Ha sido muy buen hermano, muy buen hijo, muy buen marido, muy buen tío, muy buen padre, y sus amigos emitirán el juicio que crean conveniente. Sí hay algo que no ha sido nunca, una persona que se deje llevar por las opiniones fáciles y por actitudes serviles. Ha sido un hombre independiente, de esos que toma la libertad como un concepto real, del que hacer uso. Ha fallecido con tanto honor como vivió, y resueltas todas sus decisiones finales, con el deseo de ser disculpado si a alguien ofendió.  Mi padre ha sido, como todos los padres nuestra cara y nuestra cruz, aunque siempre nos hemos sentido muy orgullosos cuando alguien nos lo mencionaba con un cariño extraño, con una forma de conocerle que nos parecía cercana, tan cercana como aquella con la que nosotros hemos convivido. De su anecdotario estamos seguros que son muchos los recuerdos que quedan en la mente de sus allegados y conocidos. En la mía queda toda una vida de cariño, dolores ya rancios, y agradecimiento por todos sus desvelos y sacrificios, que han sido muchos, muchísimos y que quedan en la reserva de lo íntimo, en ese mundo de convivencia que ya no volverá a existir nunca más, sólo en el recuerdo. Él descansa donde nos pidió hacerlo y con la reserva suficiente para que nadie especule  sobre el dónde, el cómo o el por qué. Mi padre ha muerto ¡Viva mi padre! Tengo que pedir disculpas a multitud de amigos personales a quienes no he informado del deceso por propia voluntad, quería que su despedida fuera una despedida familiar, y sé que muchos que le han conocido tendrán cierto sabor amargo por mi imposición pero cuando uno actúa de una forma lo hace muy racionalmente, acompañado en exclusiva por sensaciones que conviven con él en el ámbito familiar. Juan Escolar ha sido un hombre único, para sus seres queridos y así será siempre para quienes le hemos admirado por encima de lo profesional. Juan Escolar ha sido un padre severo en ocasiones y condescendiente y cariñoso casi siempre, y si algo debemos perdonarle no tengan la menor duda que ha quedado perdonado, si algo nos debió perdonar perdonado ha quedado. La vida continúa, sin él y con su recuerdo permanente en nuestra memoria.  A pocas personas echaré de menos en esta vida como a mi padre y mira que soy de echar de menos a las personas que quiero. Por último quiero agradecer a la unidad de Ictus del hospital universitario Virgen de la Arrixaca un trato mucho más humano de lo que su excelente profesionalidad debiera tener como norma. También es forma de agradecer el servicio público y excelente en calidad que tiene nuestra seguridad social. La atención constante, el cariño demostrado y la amabilidad excepcional de todo el equipo no entra en su sueldo, eso es imposible de pagar. Gracias, porque sé que vuestro trato humano ha estado muy por encima de vuestra profesionalidad, y esta última nos ha sorprendido por su eficiencia y determinación. Es la mejor forma de agradecer a los profesionales su dedicación dentro de una sanidad pública de la que nos quieren privar los enemigos de todos. También  tengo una pregunta que jamás tendrá respuesta y es la siguiente: ¿en qué grado son responsables de ese ictus mortal quienes han sentenciado a su hijo a un futuro incierto, provocándole a él, a mi padre, un sufrimiento que no ha podido superar? Espero  que si así ha sido caiga sobre la conciencia del culpable y llene su vida de lágrimas, de igual manera que mi padre las ha dejado caer en soledad durante estos seis meses.

domingo, 3 de noviembre de 2013

RECORDATORIO: UNA AURORA QUE ILUMINA


¿Me matará por este atropello a la intimidad? No. Antepongo mis dos manos antes de pensar que pueda suceder. No tengo un día ni dos, como alguien solía señalar avalando mi (nefasta o supuesta) madurez. Ella es mi princesa. Lo elegí el día que la conocí. El día que supe que nos caíamos tan bien que no parábamos de reír, el día que la escuché absorto sin poder articular una palabra descubriendo no solo una imagen agradable también un cerebro poderoso y una energía sin límites. Sus espacios radiofónicos llevaban su propio nombre y me permitieron conocer mejor, mucho mejor, toda esa historia que más de una vez contaba en radio sobre las antorchas de la libertad, la historia de un sobrino de Freud y el proceso seguido por la conducción del colectivismo a través de las relaciones públicas (primero) y la publicidad después. Siempre he hecho referencia a un documental magnífico de Adam Curtis (The century of the self) que me ha obligado a  valorar mejor ese varapalo que ha conducido al ser humano colectivo a su proceder actual después de un análisis (aún no sé si certero) de las claves psicosociales del siglo XX, las políticas de control de masas y el  auténtico desfile de ideales sobre consumo que ha educado a los hombres y mujeres del siglo XXI. Mi "mantra" diario era decir que el marketing es manipulación, es conducción asesorada y medida por tus propias voliciones o deseos, y por una catarata de fantasías que irrumpe en una realidad tan atormentada como adornada y alienada ante algunos puntos básicos de la conducta humana, que de tan básicos son fácilmente controlables  por aquellas esferas de poder que pueden permitirse hacerlo; y en ello se fijó el mencionado sobrino de Freud: Eduard Barneys. El día que irrumpió en mi estudio de Radio con toda esa parafernalia de mujer extremadamente complicada a pesar de la sencillez que mostraba en todo, no tuve más remedio que alardear con los cuatro datos que había memorizado del documental de cuatro horas para obligarle a tomar una altura que ella ya poseía y que ha sabido administrar con una elegancia extrema y una puesta en escena única. Su cercanía, su voz determinante, siempre matizada por el más poderoso de sus órganos: el cerebro, blandían una espada de justicia e ideas  muy extrañas para mí que  nunca he lidiado con el mundo mercantil y siempre he pensado, más o menos, encubiertamente,  lo que antes dije: que el marketing era manipulación de ideas, manipulación de conductas y manipulación de personas. No obstante a lo largo de un buen montón de encuentros supe entender que si bien soy cabezón en mis apreciaciones de carácter ideológico también soy maleable en función de las enseñanzas magistrales que fue exponiendo en la radio semana tras semana  y que, perfectamente, me ayudó a entender aquello que ya consideraba un desmán y una especie de autarquía del dinero. Aún así, supo convencerme de un buen montón de asuntos: el primero es que sin valores éticos no existe el comercio, al menos no existe en un largo plazo porque el sistema  que pretende demolerlo en detrimento de unas relaciones de servidumbre bastante preocupantes sólo conseguiría su autodestrucción. Aprendí que existen multitud de formas de planificar un negocio y, ante todo, lo malos que somos en ello y lo buenos que podríamos llegar a ser si atendiéramos a la lógica, a la ética y al conocimiento empírico. Vamos, si conociéramos realmente el legado aristotélico.
Y era el ocio de nuestros encuentros aquello que  más valoraba porque aprendí que ése era el sistema perfecto de acotar el interés de los oyentes, comunicando no solo una serie de conocimientos, también buenos motivos para mantener la atención y sentirse cómplices de nuestro juego, aquél que jamás se nos fue de la manos pero que sí nos arrebataron con un trozo de cinta americana cubriendo nuestros labios y una patada de olvido en el trasero.


sábado, 2 de noviembre de 2013

RECORDATORIO: ÁNGELES Y DEMONIOS

¿Dos Ángeles o dos demonios? No tengo la respuesta ni deseo saberla.
El trabajo no es cualquier cosa. Entiendo a las facciones religiosas que lo consideran imprescindible, aunque mi contacto con la religión sea puramente artístico, nada más. La radio da mucho de sí, mucho. Hay quien prefiere modelarse públicamente como una especie de estrella mediática que raras veces mantiene la honestidad necesaria para experimentar eso que se llama autonomía. Haberlas, haylas (por cierto muy buenas en su trabajo) pero son las menos, el número de falsas estrellas en el firmamento es casi casi proporcional al número de falsos alumbramientos vistos en el cielo -cada vez más difícil de contemplar-. Es como si todas esas estrellas fugaces que tanto nos gusta descubrir en mitad de la noche se hicieran omnipresentes no dejándonos apreciar el titilar de Polaris, Betelgeuze o Canis Majoris, u otras más insignificantes por su tamaño y más cercanas por familiaridad como las del cinturón de Orión o las Pléyades. El mundo mediático es parecido: hay estrellas que brillan sólo por el artificio de su roce contra un elemento extraño, contra elementos extraños en el universo, como puede ser una atmósfera adherida gravitatoriamente a un insignificante planeta de la Vía Láctea, hay otros que necesitan ser vistos en compañía de muchos para ser apreciado y de esta manera conseguir que el conjunto marque un resplandor visible a los ojos de quienes se fijan, a veces con largas vigilias y otras con infructuosas esperanzas. Existen otras muchas variables como en la matemática cuántica, y, por último, existen las estrellas, ésas que alumbran desde hace millones de años y lo seguirán haciendo durante miles de millones manifestando su poder sin llamar en exceso la atención, ocupadas de lo suyo, no de que las vean brillar. También es cierto que una estrella no solo brilla, emite radiaciones de todo tipo que no existen, ni existirán por naturaleza en las llamadas "estrellas fugaces" porque aunque así las llamemos, todos sabemos que no tienen de estrella nada, absolutamente nada. Sólo la confusión y el desconocimiento nos ha llevado a denominarlas así: un simple grano, como mucho un par de kilos de roca y polvo cósmico en combustión con nuestra atmósfera. La verdad es que no he mirado el significado etimológico de estrella (mea culpa) antes de escribir estas palabras, pero es que no quería realmente hablar de estrellas aunque me haya salido esta comparativa con la amistad, con la grandeza de espíritu de algunos, con la cercanía por empatía hacia alguien, o simplemente porque su inteligencia te recibe con una gratitud enorme. En eso siempre he sido afortunado. Nunca he pedido deseos a las estrellas fugaces porque siempre me ha parecido una pérdida de tiempo; sin embargo, sí que me ha gustado conocer por qué brillan las estrellas, por qué emiten su luz a gúgol(es) de kilómetros y cómo su luz llega siempre, llega con garantía de darse a conocer y descubrirnos una información valiosa y única, como las personas, a eso es a lo que iba. Por mucho que me gusten las estrellas (que me gustan) he de reconocer que me gustan más las personas, no todas, ni muchas, sólo aquellas que por algún motivo indescriptible e irrazonable te atraen sin más motivación que beneficiarte con su radiación (que nunca se sabe lo benévola o perniciosa que puede ser). A eso me refiero. Mi trayectoria en el mundo de la radio es como la de un cuerpo intergaláctico que se ha acercado a multitud de distintas estrellas/personas y ha conocido sin quemarse, sin fundirse con ellas, sin rozarlas siquiera, ese hermoso fenómeno que llamamos empatía y que aún está por descubrir totalmente.  Y es cierto que algunas las he admirado por su luz a pesar de detestar su mortífera radiación, igual que otras  me han seducido por su conjunto, por su aspecto, brillo, grandeza, composición y todas esas posibilidades analíticas que puede ofrecerte cuerpo de tal magnitud. En la radio, ha sido parecido: he sentido admiración profesional por hombres y mujeres que nunca me atrajeron personalmente, y no me he cansado de repetirles lo estimulante que era su trabajo para los demás; he sentido admiración profesional y personal por gente que ha demostrado una calidad humana (a mi parecer) extraordinaria; también he sentido mucho cariño por personas que no me aportaban nada en lo profesional y sin embargo eran encantadoras en lo personal; aunque a mí, lo que siempre se me ha dado bien es ignorar a quienes ni me aportaban ni me sugerían nada y más bien se convertían en una especie de parásito de los demás. Es mi carácter, nunca he sido diplomático, la falsedad diplomática me parece hermosa en quien la posee pero no en quien la representa. En esto soy un poco "platónico", no vale que quieras engañarme con una representación de ti mismo, en absoluto llegaré a aceptarte si no siento que tú eres tú y solamente tú, no una mímesis de aquello que tú quieres hacer ver en los demás.  Tal vez por eso sean tan pocos los amigos que han encajado en mi (escaso) universo personal como buena gente y buenos trabajadores. Vuelvo a decir que se trata de una cuestión empática que aún está por descubrir. Eso sí, hay grupos de personas por las que he sentido aversión, no sé si desprecio (es posible que ellas sintieran eso, aunque no estoy muy seguro de que sea ése el sentimiento que se corresponde de mi actitud hacia ellas). Gente que me ha decepcionado tanto que no he sido capaz de remontar eso que yo llamo la cuesta de la cortesía y que a pesar de mantener la educación, no me han permitido las entrañas, las ganas o aquello que sea, acercarme  con voluntad amistosa. Es más, en algunos intentos, no hipócritas por mi parte, siempre ha aparecido una especie de abismo incomprensible que nos ha separado aún más y (casi me atrevería a decir que mejor) de una forma permanente y definitiva. Hubo una vez que mi desconcierto ante una situación muy complicada, muy difícil, me llevó a echar mano a un muslo de una compañera (prometo por mi honor que sólo con la intención de transmitirle ánimo) y se tergiversó, vi odio en la mirada de la compañera de mi compañera y leí luego en algún lugar que odiaba que la tocaran. Es una de esas situaciones incomprensibles y cuya reacción de espontaneidad te llevan a cometer una falta contra alguien que no lo merece y, más, no siendo tu intención ésa ni por un instante. Es cierto que calculamos, por timidez, muy mal nuestras expresiones de dolor, peor que las de alegría. Es mi apreciación, al menos.  Igual que encuentras personas que te transportan con solo mirarlas, te llevan a una especie de extraño e incomprensible "nirvana" por el simple hecho de estar en su cercanía. Cuando eso me ha ocurrido y han sido muchas las veces, la sensación que se acumula en el alma es muy confusa, mucho, no conocer bien a qué naturaleza responde, qué es aquello que te hace sentir tal comodidad, por qué te encuentras bien con esa persona de una forma química. ¿Es una pregunta que tal vez no tenga respuesta? Soy más capaz de contestar a lo contrario que a la sensación de bienestar que pocas veces se convierte en otra cosa que eso y que sí genera una cierta preocupación en algunos por sentirse demasiado cómodos, confusamente cómodos. Recuerdo el día que conocí a un joven de mente privilegiada y cerebro brillante. Acercarme a él era un problema enorme porque siempre estaba en juego la pregunta que cualquier joven se puede hacer sobre las intenciones de un "señor mayor", es la pregunta más normal y clara del mundo. ¿Que quiere este tipo de mí? La respuesta no es tan clara sin romper algunos estereotipos. La gente teme, no se fía, no sé si es normal, porque yo mismo viví esas circunstancias con peor suerte, pero no entra en nuestros planes enfrentarnos a la honestidad, preferimos rechazar de lleno una amistad, antes que no comprender su utilidad, su idoneidad, su viabilidad. Acercarte a alguien por el mero hecho de sentirte cautivado por una capacidad intelectual única, u otra cualquiera, es siempre contraproducente por lo que decidí retirarme de mis intenciones, honestas, antes de causar cualquier daño o duda. Nadie tiene por qué sufrir tu síndrome de Peter Pan -me dije- ni tener un mal sueño siquiera. Otras, he tenido la sensación de tener un vínculo con alguien que poco o nada tiene que ver contigo y que, sin embargo, te atrapa por su especial jovialidad y probables deseos de romper una vida llena de monotonías variadas. Acercarse al fuego del intelecto es una de las grandes maravillas de nuestra evolución, empatizar, saber qué piensa antes de que se pronuncie es uno de los grandes placeres del ser humano, que alguien sea capaz de incendiar tu creatividad y que ese estímulo sea de ida y vuelta, es único. Por ello he puesto la fotografía de dos ángeles y dos demonios, uno de ellos falta porque es quien realiza la foto. Es el momento en el que uno siente que debe ensalzar la amistad, conocer al detalle esas sensaciones que quedan tras mucho tiempo de convivencia y el poso de sabiduría transmitido por una actitud diáfana ante quien te rodea. Es ésta una forma, no sé si un poco dudosa de agradecer aquello que te convierte en invulnerable cuando los problemas llegan y tienes que hacer frente a ellos con una fortaleza que no sabías que poseías. También es la forma de agradecer los mimos y cuidados de muchas personas que han sido más cercanas de lo que uno cree y han dejado mayor huella de lo que uno esperaba.

RECORDATORIO: EL DUELO DE TITANES

Sí, es posible que "ande" demasiado desocupado para visionar fotos antiguas, fotos del pasado cercano o lejano -según se mire- pero es bueno hacerlo, es una manera de recopilar sensaciones y recuerdos irrepetibles y retazos de memoria de entrañable solidez. En mis días de vino y rosas en la radio, he de reconocer que siempre fui un capullo con suerte, he tenido el honor de encontrar gente extraordinaria que ha dado muestras de su valor gratis y de que su valía necesitaba un empujón, o no, en algunos casos, aunque sí una cierta publicidad positiva y dejarles trabajar. Las medianías pueden callarme, negarme el trabajo por no ser de la misma "calaña", pueden sustraerme el derecho a expresar libremente actitudes y comportamientos no sectarios, pueden negarme el derecho a informar y entretener a los oyentes de radio, pero jamás podrán negarme el placer del disfrute pasado con verdaderos genios del medio, oscurecidos por una política periodística que todos sabemos cómo funciona en esta región, en donde vale más quien más parentescos acumula en sus cuatro apellidos. Es la realidad que conozco, y que nadie podrá refutar sin darme pie al uso de multitud de ejemplos concretos. El segundo grado de servidumbre establecido es el de connivencia política: dieciséis años dan mucho de sí para conocer específicamente quienes se acoplan a este sector con nombres y apellidos. Mientras, la valoración del esfuerzo, el trabajo, la excelencia profesional, siempre está en un tercer grado permanente, un tercer grado que impide que la clase periodística de esta región tenga unos mínimos aceptables (y que me perdone quien honrado se considere en cuanto a valores deontológicos y morales) porque en dieciséis años sólo he visto redactar notas de prensa y ninguna investigación que no tuviera como objetivo desacreditar a quien no está en el poder (político y económico) desacreditar con palabrería hueca y decidida a quienes son marionetas de esos poderes por un "puñao de perras" (como he escuchado decir a algún empresario), capaces de chuparla mejor que profesionales de la chupaduría-. Permítanme decir que he tenido que comprobar cómo el nepotismo ha llegado hasta consecuencias extremas en esta región sin que nadie haga nada por remediarlo y he visto la labor de increíble trabajo  de un profesional universitario, los frutos obtenidos delegados en el sobrino o hijo de alguien, con el beneplácito del alguien y de quienes rodean al alguien sin el más mínimo ejercicio crítico, más bien todo lo contrario con pleitesía servil a viejas glorias del franquismo que todavía siguen opinando en tertulias rediofónicas sin apearse de sus pensamientos de adictos al régimen, por cierto, que tanta popularidad empieza a tener cuarenta años después de su "discutible" (con más razón ahora que nunca) final. 




No confundan todas estas frases que anteceden mi discurso con inquina, con rabia o con una palabra que no me sale pero que seguro es la más adecuada para expresarlo, no. ¿Alguien sabe qué es la libertad? ¿Hacer real el principio que expresa sus convicciones y sus propuestas en orden a una ética concreta y al respeto máximo hacia las personas, al margen de una dictadura de los medios y de lo políticamente correcto? Pues ésa es mi guía, la de sentirme libre para decir y exponer lo que quiera con la garantía de saber que puedo hacerlo y sin miedo a las consecuencias (más de uno, o una, resoplará diciendo: ¡Vaya berenjenal en el que se está metiendo! No. Las berenjenas son muy visibles y muy duraderas; uno tiene que saber cómo y cuándo se cogen, cómo cortar el tallo para que amarguen lo menos posible y qué platos preparar con su carne), conocer qué penalidades produce el sistema y "cuan" solo se haya uno en esta elección. 

De vuelta a lo de mirar fotos de un pasado lejano o cercano, según se establezca, he de reconocer que cada momento retratado es único y daría para descripciones de enorme pulcritud intelectual y de infinitas consideraciones sobre el tiempo o el momento, el lugar, las mujeres, los hombres, el ambiente, los rostros y aquello que esconden, también qué reflejan; las miradas veladas y las miradas que se ocultan, la interpretación del propósito, la genialidad de la exposición, el verdadero camino seguido entre ésta y cualquier otra entre los cientos de álbumes que guardo con celo infantil.


Alejandro Lorente y Alberto Frutos. Dos Titanes cuyo duelo siempre significó: queja envuelta en esperanza.
Mis percepciones no están siempre ubicadas en un espacio-tiempo, al menos, no las sensaciones que deja el recuerdo de esa imagen, que me ayuda a olvidar cuanto ocurrió ese día y sí me permite recordar su valía simbólica. ¿No les parece la imagen teatralizada? Realmente, ese pulso es ficticio. No se pueden acariciar las manos en una supuesta lucha y los dedos y metacarpos no revelar tensión alguna, igual que los rostros de los protagonistas impresionados. Ambos son rostros ajenos a la tensión externa y sí a la interna, cada uno guarda en su mirada un arsenal de perfectos ataques que no se corresponde con la torsión que cabría esperar del espíritu, y sin embargo, aquello que reproduce la imagen visual, se encuentra a años luz a la imagen sonora que ambos dejaron de este momento único: un "Duelo de Titanes" que amenizaba cualquier cama, cualquier coche, cualquier lugar en el que fueran captadas esas ondas sonoras transportadoras de simpatía, erudición, trabajo, altruismo, concordia, positividad (dentro de un clima de queja constante, eso sí). 
La imagen fotográfica revela a dos seres inmersos en sí mismos y ajenos en todas sus facetas a cualquier cosa que pueda llamarse lucha. Ambos mantienen el "órdago" en el más íntimo secreto, sus rostros, lejos de convertirse en impenetrables invitan a extraer de sus facciones y disposición enseñanzas sobre la personalidad de los protagonistas. A simple vista y sin conocer la imagen sonora ofrecen una caricatura de sosos, es verdad, sin embargo nunca lo fueron, todo lo contrario. Son dos rostros que deberían decir mucho en el futuro porque son miradas limpias las que enfrentan: uno a la lejanía y otro a lo más cercano, como una especie de simbólica actitud de sus retos profesionales. Ambas imágenes (por separado) están envueltas en ese carácter "aurático" que "Benjamin" exculpaba a toda fotografía que no mirase a los ojos del espectador: ambos rompen esa teoría en pedazos, en espejo de múltiples dimensiones que algún día permitirá que resuenen con la magia y el poder de que son capaces. Y qué decir de la suerte. ¿Está siempre con quien más la merece o más la necesita? Esa es  una pregunta de complicada, difícil y baladí respuesta.