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martes, 16 de abril de 2013

LLEGÓ EL ERE

Hace días, muchos, más de dos terceras partes del año que empezó a insinuarse la realidad futura de un expediente de regulación de empleo. En ese tiempo los trabajadores de Onda Regional de Murcia hemos seguido nuestro quehacer con diligencia  y con cierto nerviosismo. Es normal, ante la posibilidad de quedarte sin trabajo en la época más incierta y dura que ha vivido la democracia. Yo no represento a nadie, a mi mismo y a veces ni eso, pero creo que es injusto tras 22 años de trabajo de una entidad pública que se despida a un personal que en palabras de los representantes de los trabajadores no se echa a la calle (despiden) más que para seguir el ejemplo de austeridad  que quieren inculcar en la sociedad en relación al despilfarro de lo público, cuando todos sabemos quien despilfarra, y cómo lo hace a manos llenas en favor de cuatro amigos de casino con los que monta aeropuertos que ahora pagarán los murcianos. Todos sabemos cómo en 18 años la gestión económica de esta comunidad autónoma ha sido el pelotazo puro y duro, las comisiones y las imputaciones en casos en los que lo público siempre queda lesionado en valor de la privatización selectiva, ni siquiera concursal, con la que se regalan empresas y servicios que han triplicado sus costos en financiación pese a seguir señalando que lo público es esa cosa del pasado. Alguien ha entrado democráticamente al poder autonómico convirtiendo en un cortijo la gestión política y económica con el aplauso generalizado de sus ciudadanos, cada día más embelesados con los mega-macro-hiper proyectos que  regalaban la sensación de codicia de ser ciudadanos de primera en una región en la que sólo dos o tres, por su poder en la sombra, lo son. Lamento decir que la emisora donde trabajo ha contribuido grandemente a dar esas grandes noticias con las alharacas pertinentes de quien se cree, cuan bobo, todo lo que le cuentan los medios de comunicación. Mi emisora ha sido la emisora de las buenas noticias, en general, salpicada su información por actos  de información eficiente y más o menos contrastada en situaciones límite hasta el punto de convertirse en un referente de la sociedad murciana. Hoy, que hemos recibido la noticia de la intención del gobierno regional de despedir a un tercio de la plantilla (no sé si en primera instancia, con sucesivas ampliaciones o en qué manera decidida y silenciada por mejor negociación del comité de empresa de la casa O.R.M.). Son muchos los hombres y mujeres con los que trabajo en quienes he visto la angustia  a diario de saberse en la calle en un momento en el que el periodismo muere, languidece, en su faceta remunerada. Es cierto, y lo será que esas personas han hecho su labor con devoción y eficacia (unos más que otros), incluso los más pelotas del régimen, que siempre los hay, creyendo que de esa manera salvan más su cuerpo que su alma, han fruncido el ceño diciendo para sí: "¿Es este el pago a tanto engaño permitido y  tanta censura bien administrada?". En el día en el que nos enteramos de la intención de que desaparezca lo público como medida coercitiva de la libertad de prensa, en el día en el que muchas personas pasarán la noche maldiciendo y apostando estar o no estar en la lista silenciada, quiero decir una cosa: hace unos meses nos enterábamos por la prensa de que los directores generales de los entes públicos cobraban la friolera cantidad de 14 millones de pesetas al año, más o menos, según la declaración de I.R.P.F. y todas esas cosas que se dicen para justificar lo injustificable; el periódico La Verdad lo publicaba y señalaba que en  R.T.R.M.  tres personas cobraban esos emolumentos que constituyen prácticamente la mitad del presupuesto, o para ser más exactos una tercera parte del total anual. Para mí que no sobran treinta y tres, sino tres, sólo tres ( y me refiero a los sueldos no a las personas).

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