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miércoles, 24 de abril de 2013

#DICTADURA2013

Veamos ¿cómo explico yo que se me alcanza el sentimiento de vivir  en una dictadura sin hacer pupa a quienes creen ahora en la democracia más que en "dios" y quienes ven bien todo cuánto pasa día a día en nuestros medios de comunicación, en nuestras empresas, en nuestra sanidad, en nuestra educación y nuestra justicia, como un huracán que sin duda ha de venir? (que decía Carlos Goñi, hermano de mi mentor en radio). El huracán se llama: destruir un Estado al que ha costado "dios" y ayuda vivir en democracia después de que una facción golpista rompiera con la existente en 1936;   en el que se maniobrara con pies de plomo, y ahora sabemos con mucha ayuda de los servicios secretos de USA, con el fin de articular una de mentirijillas que mantuviera una digna representación mediática pero nada más, en la que a través de las variantes educativas se promueve la diferencia como arma de destrucción masiva de los estados que componen la nación o las naciones que componen los estados; la situación de burlarse de las acomodaticias intenciones de todos en beneficio de unos pocos, como viene siendo históricamente el  modelo a seguir en este país que prefiere siempre castigar las buenas intenciones a desbrozar y fumigar definitivamente del panorama social y político las malas hierbas que son capaces de dejar sin oxígeno a las más débiles, a las más asmáticas; un Estado que merece penar por los siglos, por engañar y mantener el engaño y su disposición a que ese engaño sea jurídicamente intachable  a pesar de descubrirse miles de acciones ilegales en la política de partidos, en la financiación de las economías y los "lobis" que las constituyen; en los institutos sin ánimo de lucro que se convierten en tapaderas de negocios a costa de los pobres que esperan una cobertura social gracias a la fundación  creada para tal efecto. Puedo seguir días, me temo que meses, escribiendo faltas de moral, ética y honor, que nunca sabré de donde proceden, a qué se debe que el poder dé para pedir a un tío por teléfono caviar de Beluga y luego sea exonerado por la justicia  cuando el ADN de ese caviar igual permanece en tus intestinos por años, y no digamos en tu conciencia si es que la tienes. 
El panorama dantesco que nos presenta la clase política intentando mostrarnos a la propia clase de una forma distinta a como realmente se comporta es de vértigo, por no decir de tomadura de pelo. Escuchar a la clase empresarial pedir el despido libre entre eufemismos hechos con encaje de bolillo es verdaderamente glorioso para la construcción democrática, embelesarse con la catadura moral y ética de algunas secretarias generales que mantienen discursos propios de dictaduras bananeras, dictaduras de esas que salen en los libros de ficción y que son zafias y exageradamente maniqueas, en donde los malos son muy malos y los buenos muy buenos. Todo eso queda en entredicho después de leer los mensajes en directo y en diferido de las contrataciones y la jubilación que quieren postergar, como al principio de siglo XX, igual que nuestra deuda exterior, en lo más alto e imposible. Da risa un presidente democrático que ha transgredido todo su programa político y ha convertido el  arte de la política en pervertir una democracia, ya orgánica de por sí, en una dictadura del decreto  ley que rompe todos los principios democráticos en los que sentó sus bases, con la impotencia y envilecida actitud, por el tú más, de la oposición ex gobernante  que demostró que adherirse a no sé que planes europeos era ventajoso para instalar todas estas políticas "neoliberales" que rompen la cohesión, y algunos principios igualitarios que no deben romperse jamás, nunca. Sea como sea, este año, maldito en los anales de la historia, será más maldito que ninguno porque en mi país la gente muere en las salas de espera de los hospitales, por negligencias asistenciales a no portadores de una tarjeta, por recortar en la vida de los que más han luchado por que esta democracia fuera una realidad y que al tiempo han vivido cómo los cuentos pueden convertirse en pesadillas. Y como dice el chiste que se puede esperar de una sanidad en la que su dirigente máxima se llama: Mato. España es así: chiste, gloria, vergüenza y grandeza. Quienes fallamos, según la clase política, somos los millones de votantes que tenemos la mala costumbre de comer todos los días y creer en políticas de igualdad, asistencia,  políticas decorosas con los derechos humanos, y grandes en cuanto a  tolerancia, justicia y bienestar. 

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