Translate

lunes, 29 de abril de 2013

ESTÁS TENSO, CABREADO. DAS MIEDO.

Así es, lo estoy. Mi vida laboral ha sido intachable, mi actitud ante el trabajo también, encontrarme a mi edad con la posibilidad de estar en el paro después de luchar contracorriente siempre es  muy duro de asumir. Mi cabreo es profundo y serio, no puedo negarlo. Ver que eres prescindible a las primeras de cambio no se  asimila fácilmente. Ver y padecer aquello que la clase política y dirigente de este país nos ha conducido es algo que rompe el más fuerte de los corazones y la más férrea de las voluntades. Comprobar que el  mundo es mucho más injusto, sórdido y desigual ahora que hace años es escandaloso, cuando todos los políticos han llenado su boca de palabras como justicia, solidaridad, tolerancia, igualdad, y realmente lo que llenaban eran sus bolsillos y los de sus amigos a través de ingeniería financiera y legal. Estoy cabreado, profundamente, por ver que los hijos de los políticos valen más que los hijos de los desahuciados. Estoy profundamente cabreado al comprobar que el estado de derecho es una falacia  y una mentira y que siempre sale  impune el que más cantidad de millones roba, sea quien sea, incluso el propio Estado. Estoy profundamente cabreado con las oratorias de sermón que usan los políticos para decir sí, no y lo contrario. Estoy cabreado al ver cómo la justicia es un hervidero de mentiras cocinadas con teorías y leyes que sirven a los más poderosos. Estoy profundamente triste de ver que sólo quien lucha contracorriente en este país es quitado de en medio de un plumazo, sea por la iglesia, por la justicia, por los partidos políticos o por esos usureros que se llaman banqueros. Estoy cabreado al comprobar que las gentes sencillas comulgan con ideas que no le corresponden, que asienten  y siguen a oradores automáticos capaces de vender a su madre por un chalet en Marbella. Sí, estoy profundamente cabreado, incluso harto de comprobar que las palabras no valen nada y  los sentimientos de los humanos son prostitución pura y dura ante el dinero y el capital. Estoy cabreado al ver que la globalización se construye en la destrucción del planeta y la propia humanidad. Estoy harto de comprobar lo poco responsables y acomodados que somos todos ante un billete de 500. Sigo pensando, cada día que pasa, que son millones de personas quienes mueren  mientras unas pocas viven en un  lujo hipócrita y aplaudido en las revistas y en los medios de comunicación. Fíjate si estoy cabreado que soy capaz de maldecir a todo aquel que a conciencia hace daño a otra persona, sabiendo que lo hace y sus amigos y familiares lo consienten y lo animan. Sí, estoy cabreado, muy cabreado, pero estoy más triste que cabreado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario