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domingo, 7 de abril de 2013

EL EJERCICIO DE DESCUBRIR

Un amigo disfruta de la magia narrativa de García Márquez y redunda en compartir el sabor que sus palabras, bien pensadas, escogidas y dibujadas en la pantalla "tecnicolor" de nuestro cerebro,  marcan   la autognosis en torno a sentimientos que, en su escribir, parecen ejercicios básicos de redacción y en nuestra capacidad de componer, ecuaciones complicadas a las que nunca, nunca, encontramos el resultado acertado y exigido.  Comprobar que unos cuantos grafemas, unidos con precisión, son capaces de plasmar la mejor de las imágenes cinematográficas,  no tiene precio. 
Descubrir, por otra parte, cómo las palabras, alineadas en función y al servicio de una mentira, chirrían en nuestra mente -allanado el camino por mil eufemismos y otras mil mentiras que a base de ser repetidas como un "mantra" terminan teniendo viso de realidad- y se hace con tanta frecuencia (tres veces) como ampulosidad y descaro, es algo que no deja impasible a quien se da cuenta del truco retórico, tantas veces compuesto en discursos clásicos y traducido  a su técnica sin estilo, y sin la concisión necesaria para que nos resulte cierto, no tiene precio. Escuchar a algún político con ese fuego artificial que para él es discurrir, lejos de los significados certeros y objetivos de los vocablos usados, tampoco merece crédito; sobre todo, cuando llevan al insulto de la inteligencia,  -y cuando es "sobretodo" lo que realmente quieren decir. Así es cuando llevan a hacerte sentir vergüenza ajena por las faltas de aprecio  al rigor y, por último, a aquellos ciudadanos que entienden sus palabras como un insulto colectivo. Permítanme que use la expresión "acosador ideológico" para designar a quien llama la atención a los demás sin ser consciente de la verdadera significación de su discurso. Eso sí es una ofensa al honor, la decencia, personal y política, a la ciudadanía, que comprueba cómo las palabras, en su cadena escrita, se denigran  y languidecen ante una especie de mal de ojo. Así puede definirse la actitud política de quien juega con los significados de las palabras y las ideas hasta encontrar variaciones que los convierten en elementos de alquimia, con el peligroso acierto de devaluar un idioma tan rico y versátil como el castellano.

1 comentario:

  1. Buena entrada Antonio. Y al hilo de lo que comentas sobre "las palabras", pero en esta ocasión "la palabra" de los políticos, así que aquí te dejo unas cuantas palabras "dadas", que posiblemente nos llevaron a donde estamos ahora: http://24hsammasblog.blogspot.com.es/2013/03/normal-0-21-false-false-false-es-x-none.html

    Saludos.

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