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martes, 16 de abril de 2013

CHURRAS Y MERINAS CON TRAZAS DE LOCURA, TANTA COMO CARNE DE CABALLO.

Primero: comunicación es distinto de información, comunicar e informar son dos vocablos con naturalezas distintas, tan distintas como las advocaciones de Juno Capitolina y Hermes  Trimegisto. Igual ocurre entre las palabras consignadas cada día desde la sede de un partido de cuyo nombre no me quiero acordar y que repiten cuidadosamente: diarios escritos, digitales, radios y televisiones con desigual aceptación. Todo muy medido, todo muy repetido tres veces (la primera por capricho, la segunda por coraje y la tercera por placer) para que sea un mensaje sencillo, fácilmente identificable y escrupulosamente señalado con el acierto de la psicología conductista al estilo Barney's Public Relations. De tal forma que, ante la palabra Escrache, se habla de significado: Nazismo (actitudes, comportamientos...) por quienes jamás condenaron el fascismo del régimen Franquista y del que dicen las lenguas, malas lenguas siempre,  que son herederos -igual que cada uno de nosotros por mucho que queramos abominar de una figura que (siento decirlo pero lo he oído) están santificando como las fiestas de guardar y la familia. Ésa que se compone de un tomate radiactivo que fecunda una bicicleta y da como resultado que  todo el mundo tenga que cortarse la cabeza por debajo del pecho. Soy un exagerado, lo sé, lo repito y lo admito, pero como decía Cascales (el licenciado,  sabio y el mejor esquivo de malas intenciones  en la literatura española ¿Acaso esta locura no procede del amor al conocimiento?

     "¡Qué locura es tener las letras por cosa estimable, siendo peste de la memoria y entendimiento, estrago de la vergüenza, instrumento del engaño, ofuscación de los ojos, menoscabo del celebro, veneno de la salud, cicuta del estómago, perturbación del reposo, y para decirlo de una vez, compendio de todos los males!".

  Sea como fuere, nos encontramos en la difícil coyuntura de saber, en  qué sitio estamos, por qué estamos donde estamos y como estamos, y lo más peligroso de todo, cual será el desenlace  final de tan amarga realidad. (Tengo que leer menos Cartas Philologicas). Nazi me llamas porque pongo mi pupila azul sobre tu pupila nazi, nazi eres tú. Hasta capón es un ángel en las letras del licenciado mencionado, pero rato (años después) puede ser un incordio, gordo y flatulento, a quien la naturaleza le ha eximido de la calvicie por tener más "seso" y menos vicios. ¿Acaso estamos llegando a esta locura en la que las palabras pueden significar cualquier cosa y todo es válido? Me lo pregunto constantemente cuando leo los mensajes "retuiteados" de algún director de periódico cavernario y al mismo tiempo compruebo lo comedidos que son en la sintaxis utilizada para coaccionar el entendimiento y convertir la intención del lector. Ahí es cuando me dan ganas directamente de vomitar y terminar con tanta educación democrática y tanta tolerancia inducida y tanta anti violencia inculcada y liarme a hostias u ostias que nunca sabré qué termino designa lo que  nombro, pero  como dice el refranero todos los caprichos al cuerpo no se le pueden dar, sólo comer y... Seguiré siendo educado y tolerante, crítico y anti-sistema y me dejaré llamar nazi, incluso cualquier cosa que nazca del ingenio -tan sobre valorado en nuestra lengua castellana- pero no la emprenderé a ostias y/u hostias.

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