Translate

martes, 29 de enero de 2013

EL PERIODISMO VERSUS MAFIA NO SIGNIFICA LO MISMO QUE EL PERIODISMO HECHO MAFIA


Entre personajes "periodísticos" (otro día defino la expresión) es habitual hallar las rencillas propias del sistema ideológico que abracen y la ridiculización extrema, el intento, al menos, de ningunear al adversario a través de comentarios almibarados, de gran alharaca, de escorzos ininteligibles y de "barrueca" (ya sé que no existe el femenino) sintaxis. Las diatribas entre colegas con diferente ideología han sido habituales en tiempos democráticos y han dado frutos excelentes al periodismo, no sólo escrito, en todas sus manifestaciones -aún recuerdo el eco de las poderosas palabras de Luis del Olmo hacia Pedro J. Ramirez, o aquellas otas más vergonzosas de Encarna Sánchez hacia quien se convertía en líder indiscutible de las tardes radiofónicas: Julia Otero.

La confrontación es buena si se acoge con elegancia, si se muestra un gran conocimiento de los argumentos con los que pretender devaluar la imagen del "enemigo" (casi siempre, más político, que periodístico). En cualquier caso, como he escuchado alguna vez: "vigila tus pasos, si no lo haces, nunca sabrás hasta donde puedan llevarte".

España, a pesar de la discusión habitual de ¿qué es? nos deja bien claro que la impostura es tan habitual como rentable. Impostura en el periodismo llamo a, por ejemplo, secuenciar en beneficio propio informaciones que son de gran interés común como hacen algunos medios de comunicación que tiran la piedra, esconden la mano y nunca se sabe si "sobrecogidos", mantienen un digo donde dije "diego". La empresas periodísticas ya sabemos a quienes pertenecen: a los bancos, y, como propietarios, estoy convencido de que más de una patraña nos han vendido como real y más de una mentira ha cobrado tintes de verdad absoluta. ¿Es tan fácil, sale tan barato difamar a alguien en primera plana y retractarse a toro pasado, olvidado el asunto y cuestionada la dignidad, en un aparte, con pocos pixéles (como se dice ahora) y sin negritas ni columnas ni admiraciones que valgan.

El abanico ideológico de nuestra prensa es, como en todos los países, amplio, libre -más o menos, en función de sus responsabilidades pecuniarias a grandes corporaciones bancarias o a grupos de poder extremo que actúan como perfectos cuidadores de la ideología que sea- y, son también, poderosos medios de agitación social en función de los intereses que promuevan o, momentáneamente, sean estratégicos signos de confrontación o distracción de la atención.

Es decir, que la prensa se comporta ocasionalmente y más que en ocasiones, como una agitadora a la que ya nadie hace caso ante tan adormecedora secuencia de mentiras y verdades sin fuste que nos han ofrecido como reales, como mentiras, como falsas apreciaciones, como falacias corporativas, como vergonzosas estafas a la razón y tantas otras apreciaciones que por espacio deben quedarse en el "armario electrónico".

Y precisamente cuando nace una nueva situación periodística en el un nuevo paradigma global que habilita en igualdad de posibilidades a las grandes firmas y a las, intencionadamente, silenciadas, precisamente cuando eso ocurre, la maquinaria de los viejos (sí, ya son viejos, por mucho tinte que gasten en sus cabelleras y pretendan, con él y sus fundas dentales, jovializar una imagen decrépita, no por la edad, sino por una conciencia mucho más sucia de lo esperado en su debe/haber periodístico, con negros episodios de encubiertas verdades transformadas a través de figuras literarias, muy bien estudiadas en sus efectos colaterales, la sinécdoque o la metonimia, y que han erigido verdaderos monumentos a la falsedad con apariencia de verdad. Siempre recuerdo a un presidente de comunidad autónoma a quien "grandes y reconocidos periodistas" hicieron dimitir demostrándose después su inocencia y estos, instalados en el todo vale, aún siguen sintiéndose orgullosos de la defenestración de un hombre inocente. Aunque pueda parecer que conozco a Ignacio Escolar por la similitud en el apellido no es así. No le conozco más que por sus apreciaciones periodísticas que me parecen , no sólo interesantes, también imprescindibles en el punto y hora que estamos. Enhorabuena por tu trabajo en equipo, afina aquello que debas afinar pero sé beligerante hasta las últimas consecuencias con los amigos de la mentira ( a pesar de todo), los amigos de "miente que algo queda", a los amigos de esa forma de hacer periodismo que no es otra que lidiar con los grandes estamentos de poder para sacar tajada personal y profesional. Espero, sinceramente, que consigas estabilizar un proyecto tan consecuente y tan libre como el has puesto en marcha. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario