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lunes, 7 de enero de 2013

PÚLPITOS DEL SIGLO XXI

Me lo propongo como una condena, tal vez como una "penitencia": escribir. Sí. No sé muy bien hacerlo pero poco a poco iré aprendiendo. Me sorprendió encontrar en voz de una amiga mía una frase que yo consideraba propia, pero como tantas otras cosas, es de patrimonio común. Decía Alicia: dame tres meses y aprenderé a hacer cualquier variedad que de mi especialidad (el periodismo) venga. Yo soy de la misma consideración. Sin una inteligencia tan avalada como la suya me atrevo a decir qué, tal vez nos falte, esa gana que tanto cuenta a la hora de conseguir un trabajo: saber hacer daño en el momento justo, a la persona idónea, en salvaguarda de un ideal de empresa que no es más que una falacia, y en la que tantos tontos útiles han servido. Han creído que su postura empresarial de mimar su propio -bien remunerado sueldo- es garantía de los intereses de aquellas corporaciones públicas que se gestionan como privadas y que alcanzan extremos -en su reparto presupuestario- de vergüenza, ante el beneplácito de quien maximiza así su control más exacto, idóneo y matemático. Mientras las altas esferas -cargadas de sacos de mentiras a sus espaldas- confeccionan un buen plan con el que volver a engañar a la opinión pública y hacerles saber que lo hacen por su bien (el de la opinión pública) cuando realmente lo están ideando todo para su más estricta "economía musoliniana" -es otra forma de decir fascista- y que me lleva a recordar esas verdades crudas que se reflejaron en el "neorrealismo italiano" y que podrían retratarse de nuevo (en color) con argumentos mucho más punzantes y vigorosos: aquellos que nacen de la supresión de derechos adquiridos, aquellos que se extraen de la llamada "doctrina del shock", aquellos que envuelven al electorado en cuidado cúmulo de inexactitudes con las que convierten a las personas, al ser humano, en enfermo del llamado síndrome de Estocolmo. Sí, puede parecer exagerado. La política, la psicología, la publicidad y la unión de todo ello: el "neuromárqueting", configura a nuestra sociedad como a perritos falderos que aclaman aquello que les vocean a través de los medios de comunicación, como nuevos púlpitos del siglo XXI. Tal vez se aclare de esta forma por qué todos los medios de comunicación españoles pertenecen a los bancos, tal vez se aclare por qué en ellos se comenta y se dice todo como una retahíla de oraciones con el fin de generar las mismas opiniones amordazadas, mancas y cojas de argumentos, opiniones que se repiten en titulares, o mantras, gracias a los pelotas de las redacciones, que tan eficientemente hacen su trabajo, por unas pocas monedas más (¿30?) que satisfacen su ego hasta considerarse dioses de la comunicación. El pensamiento único está cosechando los años de inversión realizados, con la dejadez de un numerosísimo grupo de ciudadanos que han pasado los últimos viviendo en la falsa imagen de considerarse: ciudadanos libres. En mi pueblo se definiría muy gráficamente como : ¡Vaya "metía"!

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