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martes, 22 de enero de 2013

AHORA QUE VAMOS DESPACIO



La historia nos demuestra que nuestra capacidad para el engaño, la mentira, la picardía y la picaresca es única entre españoles, tal vez, por muy tópico que pareciese sea nuestra insignia de identidad, más que la denominada envidia -o combinada con ella- eso nunca se termina de saber de una manera fehaciente. A lo largo de años, aquello que ahora parece una novedad, una gran bomba informativa, un escándalo y algunas cosas más, no es más que la historia de una muerte anunciada. Desde el año 1977, en España, sólo hubo dos cosas claras, la necesidad de mantener una monarquía como garante de la democracia (bien es cierto que en ese sentido el rey jugó un papel inevitable y acertado) y unos partidos políticos fuertes, capaces de todo con el fin de alimentar esa idea de progreso democrático, a pesar de no ser del todo real. Mientras los ciudadanos pensábamos que contribuíamos a construir un país, los partidos políticos (no puedo afirmar que todos) construían una estructura económica que intervenía directamente en dilapidar el Estado, los bienes patrimoniales del Estado, entre buenos postores, siguiendo el proceso de una economía de mercado: aquello que era de todos pasó a ser de unos cuantos y gratis, las grandes empresas ahora eran patrimonio de unos propietarios con nombres y apellidos, no conocidos, llamados: accionistas. La peor parte de todo esto es que el legado de esos poderosos partidos que lucharan contra los secesionismos, contra las ideas más radicales de gobierno tenían un premio, sus financiaciones, con una ley que no es otra cosa que una trampa para todos los ciudadanos. 

1.- ¿ Por qué las cuentas de los partidos, de los ayuntamientos, de las comunidades autónomas y todas aquellas que afectan a lo colectivo, no son transparentes, diáfanas, expuestas al céntimo?

2.- ¿ Cuándo los políticos decidieron que el dinero para la financiación de sus formaciones debía rozar el secretismo y mantener esa idea de farsantes que nos han mostrado las dos o tres o cuatro o... partidos estatales?

3.- ¿ Cómo los políticos han ido acostumbrándose a despreciar a la ciudadanía inmersos en la vorágine de sueldos vitalicios, garantías de futuro asegurado, a costa del patrimonio de todos y beneficiándose a conciencia de ese dinero que hubiera ayudado a construir un país fuerte económicamente?

4.- ¿ A través de qué mecanismos las grandes empresas -deudoras de más de una maniobra política- han satisfecho cantidades pecuniarias en negro, con alevosía, y con el interés puesto en futuras leyes y decisiones que les benficiaran?

5.- ¿ Los ciudadanos, convencidos de vivir en una democracia real, hemos descuidado nuestra vigilancia y ofrecido al mejor postor nuestro voto, sin garantía alguna de honestidad?



Creo que podría seguir haciendo preguntas hasta el día H y la hora D. España necesita una revolución (no hablo de violencia, la detesto) que cambie actitudes, cambie falsos paradigmas del bienestar, cambie de rostro esta democracia perversa y farsante que nos han vendido como real, cambien valores y los malos nos parezcan buenos y los buenos, malos, como decía Malcolm X. La "spanish revolution" queda tan pobre... después de conocer la mafia a la que nos hemos confiado y hemos confiado una labor de gobierno que nos lleva a la ruina a las clases medias y bajas mientras las grandes fortunas siguen creciendo en dividendos astronómicos. El poder al servicio del capital, eso está más que claro.



Ciudadano y ciudadana, piense usted bien qué hace con su voto, qué hace con su vida, vivimos en una democracia y desde la más absoluta sencillez debemos desenmascarar a cuantos embusteros sigan dorándonos la oreja con mentiras, falacias, falsas ilusiones. Olviden ustedes los púlpitos ( a veces su oratoria es digna de un púlpito más que de una tribuna política) y actúen contra aquello que mina nuestro futuro. Algunos partidos políticos se han encaminado en la senda de expropiarnos de todos nuestros derechos y eso debería ser punible.

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