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jueves, 26 de diciembre de 2013

IRSE PERO NO HACERSE


Deseable es, sugerente, una especie de necesidad imperiosa ante esta amalgama de leyes antediluvianas a las que nos somete un lobby bien centrado en sus objetivos y  realmente eficiente; si nos atenemos a los resultados obtenidos en dos años en todos los registros estadísticos habidos y por haber. ¿Hacerse? ¿Alguien puede hacerse el sueco? Yo afirmo que sí. De hecho, ésa es la fórmula seguida por cada uno de los miembros de este gobierno calificado de reaccionario por buena parte de la prensa internacional y de homólogos de toda Europa, con auténticas proezas, monumentos a la estupidez. Han roto cuantos consensos había, han destrozado con su léxico hiper-mega-eufemístico-espialidoso cuantos sentidos bastardos puedan darse a un término y empecinados andan en convertir todo esto que llaman Egpaña, Eshhpaña o España, en una burda masacre de imposiciones a la fuerza: unas desde el ámbito económico, otras desde el político, en donde el rodillo del decreto ley hace estragos en las rentas más bajas -la última ocurrencia congelar el sueldo mínimo interprofesional- y también machacarnos a impuestos o todo tipo de vejaciones desde un punto de vista legislativo, porque es vejación leer algunas palabras supuestamente dichas por el Ministro de Justicia que hacen evidente el carácter retrógrado: "Yo sí tendría un hijo con graves malformaciones". Piensen dos minutos solo en esas palabras, en quien las dice, donde las dice (es importante) y ante todo, en nombre de quien. Arrogarse el rol femenino, no le va mucho al señor Gallardón y ¿a qué llama él graves malformaciones? ¿A saber el número de veces que ha tenido que  luchar contra las circunstancias para alimentar o educar sin recursos a un ser al que se le niega una ley de dependencia en las peores circunstancias económicas de la historia democrática de este país, en proceso de privatizar hasta el agua del Canal de Isabel II (usen la fórmula el agua que se ha de beber), eliminar atenciones primarias a supuestos niños con malformaciones como impone Lasquetty (Consejero de Sanidad en Madrid) capaz de hacer desaparecer de un plumazo la sedación por una endoscopia, si eres díscolo y acudes a la atención pública y no a la privada como él considera preceptivo y perfectamente incluido en sus planes vertebradores de una sanidad de pago, y cuanto más mejor. 
En las imágenes de ese anuncio que muchos han alabado por su preocupación, el lema: uno puede irse pero no hacerse, queda claro que sólo hay dos soluciones: o te vas, te exilias obligado por tanta agria injusticia o luchas porque nunca podrás hacerte diferente de aquello que eres. Y me pregunto constantemente ¿qué nos ha pasado  a todos? porque todos somos culpables, para caer en esta caricatura de país, en esta tragicomedia que tanto nos gusta representar a los españoles. Tropezamos con tantas piedras nos pongan en el camino y no sabemos si es porque hemos perdido cualquier noción de la realidad, de nuestro entorno o simplemente hemos caído en esa falta moral que es ser "idiota" en el sentido griego del término, bueno,  del español también. Todo el mundo opina, como debe ser, pero a destiempo, fuera de lugar y, desde luego, hora. Lo más preocupante es que todos opinamos sin conocimiento de aquello sobre lo que nos permitimos, condescendientes con uno mismo, decir la mayor barbaridad desde esa posición de creencia absoluta en que quien lleva la razón es "uno": el idiota ( en sentido griego) para terminar dándose cuenta, después, cuando llega a otra parte distinta de una verdad esencial, el idiota que llevamos dentro lo tenemos en exceso mimado y desde luego, ese idiota, no participa de ningún sentido griego, en este caso, su sentido es exclusivamente español, y no sé si decidirme por la acepción segunda o cuarta de la RAE. Elijan ustedes mismo, sin engreimiento y convenientemente instruidos, si irse o quedarse, o seguir haciéndose el sueco.

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