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jueves, 17 de octubre de 2013

QUERIDO FERNANDO ¿QUÉ NO SABES TÚ?

Estés donde estés -en mi recuerdo, al menos y siempre- no te molestes, no saben lo que hacen, o sí. Una gloria del cine, del teatro, de la televisión, de la literatura, de la radio, de la cultura de este país no merece (al parecer) que su nombre posea una insignia de recuerdo en una ciudad tan suya como Madrid. Yo estoy convencido de que jamás usarías ese vocabulario que tan mala fama te dio en los últimos años, y un silencio y un gesto serían suficientes para poner en evidencia a quienes ultrajan tu memoria. Yo solo te conozco por las películas, las series, los libros... y jamás tuve oportunidad de acercarme a ti más que a través de cualquier medio de representación, sin embargo, siempre encumbré tu grandeza en frases pequeñas, en chistes supuestamente malos, que radiografiaban nuestra idiosincrasia con matemática precisión. Las palabras que le escribiste a la Ponte son epitafios certeros de qué significa ser español, las ideas sumergidas en risas ingenuas, transportaron siempre, a algunos, a un nivel del conocimiento cuanto menos paródico de la realidad que interpretabas con placer, con grandeza, con visión de eternidad. He visto gestos en ti que antes había descubierto en las gentes de la calle, he podido comprender sensaciones y pensamientos ocultos gracias a ese semblante duro y enérgico que tantas cosas callaba, o guardaba para expresar después. Creo que los grandes del cine siempre te admiraron, pero fueron más, los de abajo, los de siempre, quienes te convirtieron en un amigo mediático -aunque a ti no te gustara- de tanto idolatrarte y quererte. La medida del tiempo que dabas a tus actuaciones son dignas de un millón de premios y, ahora, la ideología, aquella España que tan certeramente retrataste una y otra vez, te niega el derecho a ser nombrado como un Lope de Vega del siglo XX. El cainismo nos convierte en peligrosos, y actitudes cainitas como las que emanan de la decisión de un consistorio podrido, antidemocrático, con ínfulas de legionario de cristo y todas esas paranoias tan  de "El viaje a ninguna parte" vuelve a nuestra realidad con fuerza, con una fuerza inaudita, vergonzosa, inexplicable. No sé si ser mal educado y decir aquello  tuyo, tan famoso, de: "A la mierda". Siempre odié que te indentificaran con esas palabras pero ahora veo claro que era una señal de futuro. Hay verdades que sólo son aprehensibles desde esa actitud enfática. Ésa, y la frase que resume la historia de España: "Estaba deseando que viniera usted para acá señorito para decirle una cosa mu delicá...."


No te molestes Fernando, seguiremos queriéndote siempre quienes siempre te hemos querido.

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