Hace algunos años empecé a escribir un serial de opiniones titulado así y al que dio cabida en su programa de radio mi amiga María Quirós, con la mala suerte de tropezarme con el ser más indeseable que he conocido a lo largo de mi carrera profesional llamado: Reyes Mateos ,que era subjefa de todo y su único logro fue gestionar la empresa como si fuera un orfanato, gracias a ella el mundo del periodismo está donde está; a ella y gentes afines, que han defendido una gestión tan nefasta contra los propios periodistas, son los artífices de una situación tan denigrante para la profesión. (Empiezo bien) Por tanto desapareció aquel intento de dar bola suelta a mis opiniones y -entonces- mi imaginación. El tiempo me ha llevado a comprobar que la libertad se ejercita y aunque en aquella época yo me preocupaba más de subsistir emocionalmente que cualquier otra cosa, supe que ese diario de un náufrago -título socorrido donde los haya- podría permitirme radiografiar la actualidad, igual, a través de las sensaciones que te producen determinadas noticias.
Reconozco, y siempre lo he hecho -lo decía un grande de la radio-, a mi entender, Jose María Goñi, que la diplomacia no es mi fuerte: no solo no lo es sino que me esfuerzo en que no lo sea, ya que yo no puedo nombrar más que de una manera las actitudes y las actuaciones que interpreto como nocivas para mi ·corto· entendimiento; por ello, levantarme un sábado -sin trabajo por venir- y encontrarme un montón de información que asimilar, interpretar y no sé si posiblemente racionalizar, es duro, muy duro. Entre otras cosas, encuentras las más terribles paradojas, las opiniones más adversas y diferentes sobre la interpretación de un hecho -como siempre, porque en España las cosas no significan lo mismo ni geográfica ni conceptualmente, ni tienen posibilidad de ser asimiladas sin un matiz aquí o dos allá (no me resisto a poner lo de tres acullá)-. En definitiva: o haces de tripas corazón o el corazón te estalla ante tanta presión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario