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sábado, 16 de marzo de 2013

Carta pública a María José Garcerán y otros



Querida @María José Garcerán: 




No sirve hablar de consuelo, paciencia y resignación cuando se acumulan las dolencias del cuerpo y los dolores de espíritu. A cualquiera que le llegue un momento de dificultad debería encontrarse con un Estado generoso que le ayudara y no le rematara, como viene siendo el caso en los últimos años. Tú y yo hemos creído en "la bondad de los extraños erróneamente"; hemos sido voces que han confíado mucho más en los demás que al contrario y, por ello, vivimos más en la incertidumbre que quienes no saben delegar. Yo "puedo llorar por un ojo" (lo diría mi abuela) a pesar de las noches sin dormir, a pesar de no poder concentrarme para terminar cuatro míseras asignaturas que me quedan y concluír una carrera que ( no es por pornerme medallas, podría haberla realizado íntegra en dos años y medio), a pesar de tener que tratarme para la tensión nerviosa por culpa de una incertitudembre que si tuviera 20 años mandaría al carajo pero que en la edad que tengo me cuesta, me cuesta, mucho, muchísimo: supera mis capacidades. Creo que no hace falta que diga que a lo largo de mi vida profesional siempre he cumplido mis obligaciones, incluso las que me conducían a vivir en un ostracismo profesional tutelado. He tenido que tragar sapos y culebras, y aguantar que todos los días el pulpo fuera mi compañía. He tenido que soportar que el grueso de compañeros miraran para otro lado cuando les decía que estaba cotizando al 75% a la seguridad social y que sólo he logrado después de 15 años de trabajo, hacerlo por diez, y he tenido que oír el "sonido del silencio" cuando explicaba a los comités de empresa que mi contratación era irregular. Todos me han respondido con menos o más simpatía que "eran lentejas". Tuve el coraje de entrar en el despacho del anterior director y decirle a la cara que, o me subía el sueldo o me marchaba. He tenido que soportar como la responsable de recursos humanos me invitaba verbalmente -en una reunión con un abogado y otros compañeros en situación semejante- a que me fuera si no estaba de acuerdo con las condiciones ajenas y extrañas al convenio colectivo en vigor. He trabajado ocho años de madrugada a la mitad de precio que cualquier otro trabajador de la casa -me importa poco que algunos me hayan señalado como "lastre estructural" para Onda Regional de Murcia. Llevo años trabajando en una categoría y cobrando como un administrativo o un técnico por el simple hecho de que la dirección (también he de decir que no sé si la de la emisora o la del ente RTRM) considera mi labor profesional de menor valía que la de cualquier otro, no existe otro motivo, puesto que en su día presenté mi curriculum y mis prácticas como periodista en Antena 3, firmadas por Miguel Ángel García Juez, y quedaba bien claro que en el convenio colectivo el apartado correspondiente a la contratación externa señala que sería redactor-locutor quien tuviera carrera superior, de periodismo "O" acreditase experiencia suficiente. 




El caso, María José, es que aquí estoy expectante de tener hambre, si alguien decide echarme a la calle con cincuenta años; si alguien considera que la labor pública de una emisora no es rentable para el actual sistema "pseudodemocrático" -consideración completeaente personal- que nos gobierna. Aún no sé qué significa tener que decidir entre que te corten el agua o la luz, no sé tampoco estar en situación de "stand by" -cómo odio los términos anglosajones- , es decir, a la espera de que corten mi cabeza o la de cualquiera de mis compañeros, habiendo hecho todos una labor extraordinaria, (unos más y otros menos, como en todas partes) pero labor cotidiana e importante en el transcurso de 22 años.




Hace unos días leía un artículo en el que Ana Reviejo, compañera de la casa y extraordinaria periodista, manifestaba públicamente lo que cobraba en Onda Regional y yo, aunque sea por este medio, también quiero exponer que mi sueldo en nómina -sin pagas prorrateadas, jamás he cobrado una paga extra a pesar de corresponderme por convenio, igual que no he cobrado un festivo en mi vida, y trabajo obligadamente sábados y domíngos y en el convenio también se recoge- es de 64 € diarios de los que pago entorno a los 450 € de impuestos mensualmente. He tenido que vivir en los últimos cuatro meses con un sueldo de 1200 € (La pena y la vergüenza es que una gran mayoría de compañeros cree que ése es un sueldazo, un auténtico sueldazo, porque conozco actualmente valiosas voces y firmas en el periodismo que hacen auténticas jornadas laborales sin cobrar un solo céntimo, llegan a trabajar hasta en cuatro y cinco medios de comunicación "de balde").




¿Qué intento decirte con esto? Pues que mi caso es parecido al de otros dos millones de personas que están perdiendo su amparo laboral a través de la estudiada aniquilación de los convenios colectivos y quiero decirte que las dificultades, aunque sean para muchos, no son consuelo para nadie. Y que nuestra actitud colectiva ha sido rota por una política social que pretendía hacernos creer que éramos marqueses" sin fortuna, es decir algo parecido a aquellos hidalgos que echaban unas migajas sobre su pechera y paseaban el estómago vacío, y cuyo honor, orgullo o vete tú a saber qué, no les dejaba codearse con la humildad y con ese ideal del bien común tan denostado y olvidado en este tiempo de corrientes neoliberales que señalan que lo mejor y lo único es confiar en "la bondad de los extraños". El futuro que nos espera ¿lo hemos ganado a pulso? ¿lo hemos convertido en nuestro merecimiento? ¿ lo podemos cambiar?




Querida María José, intento con estas letras transmitirte un poco de valor, un poco más, sé que el tuyo es infinito, pero un poco de apoyo moral igual no viene mal. El caso es que yo sigo esperando a que llegue mi hambre mientras tú ya la estás pasando (y espero que sea en sentido metafórico)




Atentamente tu amigo y compañero radiofónico: Antonio Escolar.




De momento lo dejo privado por temor a que una vez hecho público mi hambre se adelante. Como siempre por miedo, por cobardía...

Es hora de hacerlo público, se acerca el viernes de Dolores.

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