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jueves, 9 de febrero de 2012

TERMINA EL SIGLO DEL YO

Desde hace unos meses me encuentro soliviantado por una propuesta documental,  un análisis peculiar pero no exento de gran sentido común. Desde que conociera las cuatro horas de "El siglo del yo", una serie realizada por Adam Curtis para la BBC, conociera al "sobrino de Freud"  y la aplicación de una pseudociencia como es el psicoanálisis a la realidad cotidiana con efectos perniciosos -o no- según criterios, tengo la convicción de que el ser humano es mucho más vulnerable de lo que aparenta. Siempre he creído que la sociedad se sustenta en una serie de reglas en las que la injusticia es la primera: fomentada siempre desde las más altas esferas del poder para mantener a las masas completamente cautivas como tales. También he conocido muchos discursos extremadamente inteligentes capaces de transmitir la idea contraria a la que realmente perseguían. Convertirnos en "maquinas de la felicidad" es tan sencillo como acudir a nuestros instintos más primarios y solaparlos con la imagén de una necesidad. Adam Curtis realmente hace un análisis extraordinario de la vileza del ser humano para (no sus semejantes) sus masas semejantes, que es algo distinto a  aquello que  en el siglo XIX conocimos como exaltación del Super Yo.





No voy a analizar el trabajo de Adam Curtis, ya lo hace él con esta propuesta de autor sobre una lectura del proceso de construcción de una sociedad en función de unas prerrogativas que él considera incuestionables. Es evidente que se puede señalar alguna interpretación distinta pero eso es aplicable a toda la Historia: es una ciencia especulativa o interpretativa, por mucho que los historiadores quieran revestirla de verdad absoluta. Llamativo, especialmente, es el papel en la sombra de los "public relations"  como Edward Barneys, sobrino de Freud, y mente avispada y despierta, donde las hubiere. Todo el proceso generador de unas masas controladas en democracia es el tema principal sobre esta reflexión en voz alta. Sobre este documental se puede decir mucho, como ya he dicho, pero al margen de lo que uno diga, siempre te queda, después de su visionado, una sensación de estupidez generalizada, de la que no sabes salir y a través de una mínima introspección uno se da cuenta de lo vulnerable que es la mente humana realmente. En un autoanálisis, -y tal y como señala la anécdota documental del inicio de las mujeres fumadoras, manteniendo en sus manos "antorchas de libertad", que según Freud significa poseer un pene, es decir poseer un poder hasta entonces negado- me he preguntado por qué empecé a fumar con siete y ocho años y he llegado a una conclusión que no voy a hacer pública pero que tiene que vcr con ese aspecto de ansiar algo que no tienes -algo que fue aplicado sistemáticamente a todos los eventos de la vida cotidiana- es decir, "que los deseos hagan sucumbir tus necesidades", como señalaba un banquero mencionado en el documental al que hacemos referencia Paul Mazer de Lehman Brothers. El caso es que uno ve el proceso seguido por el comportamiento de las masas en el mundo occidental y desde luego coincide en esa apreciación de Adam Curtis con la que valora un devenir en personas con una voluntad ausente, más mediatizada de lo que somos conscientes, y mucho más alienada de lo que seríamos capaces de reconocer. Aplicado a nuestra actualidad más inmediata, creo, es una realidad -casi absoluta- llamativa y perniciosa. ¿Cómo puede ser que el hombre individual no vea las cadenas que se exhiben globalmente para ser usadas  contra él, como masa, como sujeto perteneciente a un colectivo y a un estamento sobre el que se persigue un control cada vez más absoluto. ? ¿Tan ciegos estamos que no somos capaces de analizar una situación sin caer en interpretaciones pueriles y exentas de una visión global como exige nuestra situación actual?

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