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martes, 13 de agosto de 2013

Diario de un Náufrago 20130813

Pica el gusanillo -en vacaciones- de expresar las zozobras que genera la comunicación en el impertinente y anodino martes y trece en el que se han embarcado -quien sabe si en una nave de perjurio- dos responsables del partido que gobierna esta legislatura y que tan malos efectos provoca en sus directivos; unos mienten en el parlamento, sí, en sede parlamentaria y quedan impunes, tan impunes como protegidos por una ciudadanía a mil años luz de sus responsabilidades cívicas; y otros, simplemente olvidan, no recuerdan, ahí es donde me he encontrado con la imagen de aquellos magníficos decorados de Dalí para la película de Hitchcock "Recuerda". ¡Qué grave será si dos pesos pesados de la política nacional caen en ese barrunto -de momento sólo presunto- de la mentira. Dicen que en la distancia está el olvido, al menos lo decía el bolero, y ahora nos percatamos cómo han desaparecido durante semanas todos y cada uno de los grandes gestores del partido que parece ser extorsionado por un señor que sólo tuvo nómina en él hasta el mismo mes de febrero de 2013 con aquel finiquito tan gracioso y que tantas "buenas palabras" ha cosechado desde que Cospedal pronunciara sus diferidos manifiestos sobre la sombra de la sospecha y la duda de la sombría mano negra que dirige los designios de un partido al que ha traicionado, el solito, con una enorme ventaja millonaria en cuentas suizas. Ahora sólo falta que la instrucción se considere nula o, como siempre, los delitos hayan prescrito con ese sabor de boca que dejan cuando no se condena a nadie o se condena al juez que instruye una de las tramas de financiación, es el caso del ex-juez -y único condenado hasta ahora- Baltasar Garzón, a quien la imponderable, "sevérrima", ínclita y pluscualificable Esperanza Aguirre, llamó prevaricador en su cara -mediática- después de conocer que quien firmó su sentencia era miembro de carnet del partido que dirige los designios del tribunal, última esperanza nacional de ciudadanos con derechos "en permanente recorte" y con un miserable e incierto futuro, a tenor de las prácticas abusivas que defienden como ideales del funcionamiento de un país que no hace mucho tenía una tasa de analfabetismo tan elevada como su tasa de paro actual. Es Martes y trece, y esos olvidos y "no recuerdos" prefiero convertirlos en el verdadero argumento cívico de este país: "La historia de la empanadilla de Móstoles". ¡Vivan los Martes y Trece"




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