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martes, 15 de mayo de 2012

LA MARCA ESPAÑA

"Quiero mejorar la marca España". Éso después de martillearla con inmensos escupitajos de corrupción tolerada (a veces, hasta pactada) y auspiciada desde el mismo ejecutivo de la nación (da igual el signo político que poseyere, si nos atenemos a los resultados finales), después de martirizarla al extremo de convertirla en un trapo color "isabelle" que dicen los franceses y deteriorarla hasta el punto de ser despreciada por quienes antes tanto la admiraban y llenaban su boca con orgullo y satisfacción . No es éste un discurso nacionalista español, podría calificarse de un discurso rabioso contra la codicia de algunos sujetos que hacen de la vida política un despreciable  "modus vivendi" (vuelvo a repetir que es indiferente el partido que gobierne). Hace unos días escuchaba esa manida frase repetida hasta la saciedad: los españoles ya llevamos en nuestro código genético ser corruptos"  y a mí me gustaría pensar que no es cierto, conozco a muy poca gente que se salve de ese código, la verdad, pero la conozco y es suficiente para darse cuenta de que no es cosa de todo el mundo, ni mucho menos de la genética. ¿Tanto trabajo cuesta reeducarse a uno mismo y pensar que tenemos un  patrimonio extraordinario que cuidar y compartir? Las medidas que se desarrollan en estos momentos con el fin de sanear algo que han depauperado como marca los políticos, en general, convirtiéndose  en el ejemplo de los demás con corruptelas miles y cual más disparatada, con el aplauso generalizado del partido que las provoca (tristemente aplaudido también por sus votantes) y con defensas estrambóticas vertiendo en la justicia una serie de principios que acaban por desvirtuarla y convertirla en lo que ahora mismo es, un títere del estado de derecho al servicio de los más poderosos. Así de sencillo. 
Querer mejorar la marca de un país "in extremis" es un tanto idiota cuando sabemos que sea lo que sea que hagamos está ya decidido desde los mercados (fantasmas) financieros. Es imposible luchar contra algo que no tiene rostro ni entidad real. En la Edad Media podría haberse llamado Dios ( y que me perdone quien se sienta religioso), en el siglo XXI, se llaman mercados financieros,  entes que sólo generan incertidumbre y que acabarán en su codicia por destruirnos a todos.

Sea como sea, no debería ser cosa ni de marcas, ni mercados, ni organismos, ni globlalizaciones siquiera, debería ser cosas de  personas y cuando los números son más importantes que las personas significa que la humanidad puede convertirse en algo transitorio y será fácil que así sea en el futuro. 

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