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sábado, 12 de mayo de 2012

ESCRIBIR COMO EJERCICIO DE EXORCISMO

Debo entender que la magia de escribir cualquier cosa radica en saber qué escribe uno, a quien va dirigido y, sobre todo, por qué se escribe. Creo que tengo claros los tres supuestos; sin embargo, siempre queda la duda de si lo que uno escribe tiene interés para las personas a las que se dirige el texto. Prefiero creer que sí, aunque lo que realmente piense es que me da igual si se entiende, si se digiere y si está bien explicado aquello que quiero transmitir, más como un ejercicio de exorcismo, que cualquier otro motivo más elevado. Quien no sabe no habla dice un proverbio chino y siempre he creído muy oportuno sacarlo a colación cuando los temas sobre los que yo puedo opinar sólo tienen la visión de una persona de la calle limitado por un perfil ya de por sí muy estrecho. Las carencias intelectuales parecen que son motivo de alarma entre quienes usan su cultura para dominar, motivar o, simplemente manipular la opinión de la gente. Desde un punto de vista, meramente, social , uno puede interesarse por lo que le rodea sin llegar a entenderlo tal como los demás quieren que lo entendamos: el juego de bolillos que hacen los políticos para sacar los colores al adversario tapando los suyos propios, es decir el bando opuesto de políticos, es demencial. La pregunta del millón es ¿por qué en una democracia siempre hay dos opciones mayoritarias? Sea cual sea el país. Por qué se enfrentan la una a la otra reprochándose lo que el otro hace mal y "engatusando" (permítanme el término) al ciudadano de a pie con cuatro frases que el ciudadano después de 30 años de mentiras constantes se cree. No voy a empezar hoy a hablar de la igualdad, la fraternidad y la legalidad a la que se ha referido el presidente de la republica francesa antes de tomar el poder, porque es evidente que las palabras siempre quedan bonitas en un discurso que se hace para no cumplirlo, y no lo digo por Hollande, apunto, más bien, a políticos patrios que han hecho de la mentira su discurso, como queda más que constatado en la actuación de un gobierno que ha engañado, sobre todo, a su propio electorado, -a quien no le había votado no le ha engañado porque ya se sabía que tenían que arreglar el desbarajuste que ellos mismos crearon, sí, la burbuja inmobiliaria que puso en funcionamiento el gobierno de Aznar y que ahora quieren convertir en errores de otros gobiernos y partidos, el mismo partido y los mismos dirigentes que contribuyeron a "hacer  rica España"-. Cuando todo iba bien no  pensaron  en las leyes de Murphy y todas esas patrañas pueriles. Lo cierto es que se ha roto la baraja, con la aquiescencia de la señora Merkel que empieza a padecer en sus carnes políticas el peso de la cabezonería  más extrema de esa fórmula del ultraliberalismo que se ha instalado en Europa para no marcharse. Quien piense que los estados, y conozco a personas que manifiestan y veneran esa idea, son un mal para el pueblo,  que los intervencionismos van en contra de la libertad (ansiado  axioma abstracto) individual y que sólo tienen tintes de control  de una libertad que sin ellos podría ser idílica..... No, No y No, como dice el bolero. El hombre es un lobo para el hombre y si tiramos de teorías antropológicas podríamos decir cualquier barbaridad habida y por haber, pero es cierto que la sociedad  humana es un sistema pactado entre las partes en las que ser libres es un proceso, siempre y cuando sea entendido dentro de los  controles que una sociedad necesita para funcionar bien. Si tiramos de la historia  podremos decir, de todo, pero nos limitaremos a recordar las purgas religiosas que, aún se producen en pleno siglo XXI, podremos hablar de sistemas de castas, que hasta se intentan reproducir en el organigrama político porque  somos muchos, demasiados y por ello es mejor dejar morir a la gente. 
Pienso, y esto es algo básico, en que la gente, en genérico, necesita ayuda, necesita que se respeten sus derechos individuales y sociales,  y el liberalismo no está instalado en esas propuestas.



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