Translate

sábado, 10 de mayo de 2014

LA INSIDIA DEMOCRÁTICA


¿Algún español podía sospechar que su gobierno, el de turno, el que fuera, tras unas elecciones iba actuar con la insidia y despropósito con que lo ha hecho en los años de vigencia democrática? Hemos asistido a un divorcio, no una separación, un divorcio con malas relaciones entre votantes de eso que se llama izquierdas y sus representantes. Políticos que llenan su boca de grandes principios, grandes frases huecas. Hemos asistido a una mal llamada fiesta de la democracia que se asemeja a un "ciudadanicidio", ni siquiera una lidia, ni siquiera  una lucha con capacidad para la defensa del ciudadano, todo lo contrario, una matanza de pollos ciudadanos en el que se ha reducido su espacio vital, se les ha negado la comida, se evitan condiciones salubres en la vivienda, se niegan derechos por doquier en favor de las grandes corporaciones y fortunas( vamos, lo de siempre) y por último se niega cualquier medida de gracia a la hora de dar el tiro de ídem. Cuando hablaba de votantes de izquierdas lo hacía porque siempre fueron los más críticos, nunca se dejaron llevar por actos de fe, como el electorado más fiel de derechas, aunque el resultado para la ciudadanía ha sido el mismo. Medidas a todas luces injustas para el ciudadano, medidas contrarias a una serie de principios constitucionales con la avenía real, la avenía de Europa, por muchas campañas que pretendan mejorar su imagen de cara a la ciudadanía, con la avenía política que ha demostrado vivir de espaldas a la ciudadanía. Lo más triste de todo es que la ciudadanía aplaude esa matanza de pollos-ciudadanos, gracias a la actuación bien programada de los medios de comunicación, y esa es la más triste de las realidades, el pollo odia a su semejante y espera que le llegue el turno del matadero un poco antes para jactarse por instantes de esa superioridad inflada por la psicología de masas de los noventa del siglo pasado que convertía al ser en único, inviolable y todas esas cosas que un cambio de tuerca en la macro política del XXI ha convertido en una falacia. Se asemeja mucho más el sistema a aquel mantenido durante la esclavitud en el que los negros eran de tercera-primera, tercera-segunda y tercera-tercera. Hagan un esfuerzo y vean (no sigan ciegos) cómo el sistema se desarrolla de una forma esclavista: unos pocos vigilan a algunos, más,  y estos otros vigilan al resto. El resto, por supuesto, vigila al vecino, lo odia y si puede lo pone en evidencia, ante quién sea con el fin de que le llegue un castigo, en forma de cualquier desgracia que le aparté del sistema, por algún lugar, de alguna manera no programada: un despido, es una fórmula habitual, para desestabilizar cualquier dignidad.
La clase política, entre tanto, sigue jugando a ser la gran defensora del ciudadano, y visto con un poco de distanciamiento, es tan real como aquellas imágenes retratadas por los ideólogos de la revolución francesa. El político de turno, se convierte, metamorfosea, como dice Rosa María Artal, en un percebe, que bien adherido a las bases de su hábitat hace cuanto puede por destrozar el conjunto de preceptos ciudadanos nacidos tras una revolución que ahora queda obsoleta y lejana, y olvidada,  por no mencionar gracias a las tácticas del neuromarketing (básicamente las relaciones públicas) y por supuesto, gracias a esos verdaderos maestros de la confusión informativa que son los medios de comunicación (disciplina universitaria), que como decía Malcom X terminan por enseñarte a amar a tu verdugo, igual que lo hacen las vacas, los perros y todos los animales domésticos que sacrificamos a diario con esa destreza única de quién se auto impone por vía de la fe o del gen egoísta la capacidad y el derecho a hacerlo. En definitiva, vivimos una revolución a la inversa en la que el ciudadano, pueblo, colectivo vive gracias a las prebendas de un mínimo porcentaje de la población mundial que es quien detenta la propiedad y la riqueza y se financia, encima, con fondos públicos (en el caso español en dos años los empresarios del Ibex 35 son un 67% más ricos) y las actuaciones de ese minúsculo colectivo están encaminadas a pasar por la piedra (no lo tomen a risa ni en el sentido sexual) a quien haga falta para mantener ese estatus quo que le permite hacer lo que le dé la gana con la complicidad de una ciudadanía sin más compromiso común que atiborrarse de telebasura de ésa que le deja las vísceras llenas de pasiones fáciles de controlar.


No hay comentarios:

Publicar un comentario